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Fútbol y felicidad

El fútbol da felicidad. Quien mejor que los colombianos para confirmarlo: en...

4 de julio de 2014 Por: Liliane de Levy

El fútbol da felicidad. Quien mejor que los colombianos para confirmarlo: en estos momentos nos sentimos felices ante el magnifico desempeño de nuestros muchachos en el Mundial. Orgullo, solidaridad, amor patrio. Adoramos a James y sus companeros; Pekerman es un genio. Si hoy ganan o pierden ya no importa: cumplieron y les agradecemos de todo corazón.Pero la felicidad que nos abruma no nos enceguese porque vemos con pesar que el fútbol, sembrador de unión y honestidad en el pasado, ha cambiado y desviado de su propósito esencial. No es aquel deporte glorificado por el Nobel Albert Camus ya que fue su pasión primera antes de que la tuberculosis lo obligara a abandonarlo para dedicarse a la literatura. Hasta el final de su vida Camus decia que al fútbol fue su “verdadera universidad” y su mentor moral. Este fútbol cambio y para mal. Con ojo profano recalco fallas que saltan a la vista:El juego brusco y mal intencionado en el fútbol se ha vuelto frecuente. Ante los ojos indiferentes de los árbitros los jugadores se permiten golpear, amarrar, dar zancadillas ,cabezazos, pisotear... A duras penas se castiga cuando la falta llega al colmo del mordisco del delantero uruguayo Luis Suárez.Los aficionados y sus barras incurren en violencias extremas como los “hooliganes” cuyos desbordamientos son famosos. Y el mundo todavía recuerda la tragedia del Mundial de 1994 con el asesinato del colombiano Andrés Escobar, culpable de un triste autogol.El aspecto físico de los jugadores tampoco luce deportivo y a ratos asusta. Peinados estrambóticos que convierten a los jugadores en gallos con crestas multicolores o micos. Y tatuajes inquietantes por su agresividad.Se acabaron las buenas maneras entre jugadores enfrentados. En su mayoría no saben perder para congratular amablemente al ganador y tampoco saben ganar cuando celebran su victoria de manera exageradamente ostentosa, como para humillar al perdedor.La corrupción de los directivos de la Fifa es vox populi. Se habla de billones de dolares que entran y salen en sus arcas, sin control y en estos momentos corren rumores sobre los millonarios sobornos que Qatar habría pagado para adjudicarse la sede del Mundial del 2022. Una comisión especial dará su veredicto sobre el asunto.La religiosidad de los jugadores también inquieta. Verlos persignarse, levantar suplicas mirando el cielo o arrodillarse para rezar y así conseguir que “su” Dios les ayude a ganar y de paso vencer al Dios del “otro” jugador, muestra que algo muy equivocado está pasando en la enseñanza de la religión.Y finalmente el nacionalismo exacerbado caracteriza muchos equipos y partidos. En Francia el publico francés de origen argelino festejo la calificación de Argelia a los octavos de final con hordas de vándalos arropados en la bandera argelina para quemar carros y causar graves estragos. La preocupación en Francia fue de tal magnitud que muchos medios manifestaron el anhelo de que Argelia no calificara para los cuartos de final porque le habría tocado jugar contra Francia. Y quizás repetir el terrible bochorno que provoco otro partido Francia vs. Argelia en el año 2001 cuando los franceses de origen argelino abuchearon la Marsellesa y solo aplaudieron el himno nacional de Argelia. El incidente quedo grabado en la memoria francesa como una prueba contundente del fracaso de todos los esfuerzos de una sana integración... y le dio razón y alas a la ultra derecha para ganar terreno político en el país. Otra tragedia.