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Elecciones en Israel

Churchill definía -en serio y en broma- la democracia como “el menos malo” de los sistemas políticos, asumiendo que también tiene serias fallas. En Israel acierta.

19 de septiembre de 2019 Por: Liliane de Levy

Churchill definía -en serio y en broma- la democracia como “el menos malo” de los sistemas políticos, asumiendo que también tiene serias fallas. En Israel acierta. Los israelíes se jactan de gozar de una democracia plena y a toda prueba, sin embargo a la hora de elegir sus líderes padecen dificultades insuperables. Veamos.

Las elecciones legislativas que acaban de realizarse en Israel buscan entregar las llaves de poder al líder del partido ganador de la contienda y capaz de contar con la mitad más uno de los 120 escaños del parlamento israelí (la Knesset). Lo puede conseguir solo o por medio de una coalición con otros partidos afines y así formar un gobierno. Propósito que no se ha logrado hasta el momento. Cabe notar que las elecciones de los pasados días en Israel fueron en realidad una ‘segunda vuelta’ porque repiten el fenómeno que sucedió en abril pasado cuando la vuelta oficial tampoco arrojó un resultado de 61 escaños por el ganador y tuvo que repetirse para quedar en las mismas circunstancias.

Fue entonces cuando el martes pasado se volvieron a enfrentar los dos grandes partidos del país, por un lado el partido Likud que reúne la derecha y está en el poder (con su líder Benjamin Netanyahu a la cabeza) desde hace mas de una década. Y aspira a un quinto mandato. Y por el otro lado el gran partido de centro izquierda ahora llamado Kahol/Lavan (Azul y Blanco) y liderado por Benny Gantz ,exjefe mayor de las Fuerzas Armadas de Israel. Al finalizar el certamen los dos rivales quedaron en situación de igualdad de 33 vs 32 curules, y obligados a construir una coalición con partidos pequeños y llegar a los 61 escaños necesarios para formar un gobierno . Una dura prueba para los israelíes que después de acudir a las urnas de manera masiva (casi 70%) siguen sin saber cuál sera su gobierno y quizás aceptar asociarse con partidos que no son de su gusto con el solo fin de atraer los escaños que les falta .

En el caso de la derecha y el Likud, y de Netanyahu, tendrán que resignarse con las difíciles exigencias de los grupos religiosos cuyos reclamos y orientación política no siempre aprueban. En el caso de quienes votaron por los centro izquierdistas de Blanco y Azul también tendrán que acudir a los escaños de los árabes israelíes que suman el 20% de la población y se unieron para formar el ‘Partido Conjunto’ que cuenta con 13 escaños en el Parlamento y se ha convertido en el principal partido de oposición de Israel. Israel es una democracia , sin duda alguna pero falla al darle a los pequeños partidos un poder exagerado en las elecciones y con ello la posibilidad de inclinar su resultado a su favor.

Dicho esto vale la pena reflexionar sobre la gran división que revelaron los resultados de las elecciones. La casi mitad del país que votó por el Likud apoya la idea de un quinto mandato para Netanyahu; lo apodan ‘Rey de Israel’ y lo admiran por su excepcional habilidad política y su talento para expresarse. También recuerdan que durante la última década la administración Netanyahu convirtió a su pequeño país en una superpotencia militar, económica, científica, agrícola, tecnológica, e incluso diplomática. En Israel desfilan, a diario, los líderes americanos, africanos, europeos, indios, chinos e indirectamente, árabes sunitas. La otra mitad del país que votó por Benny Gantz busca el cambio. Reprochan a Netanyahu de no haber hecho la paz con los palestinos y de ceder mucho poder a los religiosos. También de crear una sociedad -aunque rica- muy dura y dividida y plagada de desigualdades económicas con un costo de vida súper caro y dramáticos focos de miseria. Y, sobre todo de enfrentar graves denuncias sobre corrupción que debe aclarar cuanto antes.