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Por lo niños

Él tiene 11 años. Ella 15. Él cuida carros y ayuda a...

20 de mayo de 2011 Por: Laura Posada

Él tiene 11 años. Ella 15. Él cuida carros y ayuda a la gente con sus paquetes en un supermercado del barrio El Limonar. Ella vende helados en las calles de Siloé, a veces en compañía de su hermana menor. Ambos se rebuscan el dinero en estos oficios para aportar al sostenimiento de las necesidades básicas que, como cualquier familia normal, tienen. Así que parte de esa plata, sino toda, se la entregan a sus padres, además de colaborarles en los quehaceres de la casa. Barren, trapean, lavan platos. Y si algo les sobra, como cualquier niño de su edad, se lo gastan en mecato o prendas. José Luis y Estefanía son dos de los más de 43.000 menores trabajadores en Cali y que, según el censo realizado por el Dane, la ubica como la quinta ciudad del país en cuestión de trabajo infantil. Gravísimo. Reconocen que es difícil asistir a clases en las mañanas y trabajar por las tardes -y a veces noches- todos los días, que se cansan y que poco le temen a los peligros de la calle. A ello se arriesgan por los cerca de $180.000n que pueden hacerse semanalmente. “No está mal”, dice José Luis. Sus físicos se ven desgastados, con una que otra cicatriz y una piel manchada por el sol. Un panorama bastante complejo para este sector de la población. Sin embargo, al tiempo confiesan que quieren estudiar y ser grandes profesionales. José Luis, doctor; Estefanía, abogada.Él y ella no se conocían hasta hace poco, cuando empezaron a coincidir todas las tardes en uno de los centros de recreación popular, en donde tienen la oportunidad de jugar y aprender junto a otros niños de su edad. Esa tarde, de la que fui testigo, cantaron, pintaron, comieron, se desenvolvieron con alegría y gracias a esas horas de entretenimiento lúdico poco a poco se han ido alejando de sus trabajos. Llevan cerca de un año dedicados al estudio y al entretenimiento, debido a que hacen parte de las jornadas que, desde el año pasado, promueve la Fundación Telefónica, el Funop, que es su operadora en Cali, la Alcaldía y el Icbf para incentivar que desde todos los sectores de la sociedad invirtamos en la campaña por la disminución de este flagelo y la cimentación de una conciencia ciudadana.Este grupo de entidades públicas y privadas se ha dado a la tarea de empezar a trabajar por zonas, en conjunto con profesores, especialistas y padres de familia, analizando la manera de retirar a sus hijos de las calles, evitar que deserten de las clases, reforzarles el estudio con aulas virtuales, brindarles un acompañamiento psicológico, ofrecerles variedad de actividades culturales, lo que ha venido dando un resultado muy positivo. Si bien el tema de la explotación infantil es una necesidad nacional y, por supuesto, un imperativo en el Gobierno municipal, la plata que se invierta no tendrá la resonancia esperada si como ciudadanos seguimos viendo a los menores como mercancía y no nos comprometemos ni actuamos activamente en pro de la causa. No dar limosnas, no comprar en las esquinas, denunciar la explotación y no contratar menores de edad para ningún tipo de oficio son las tareas planteadas por estos organismos para ayudar en la desarticulación de estas redes.La tarde de ese día fue muy enriquecedora, me recordó que somos gente privilegiada y que la adversidad nos responsabiliza de cierta forma de aportar a la construcción de una mejor sociedad. Las herramientas están en nuestras manos. Usémoslas. Qué gratificante verlos sonreír, socializar, sorprenderse, crear, imaginar, como debe ser. Pero, sobre todo, fue emocionante ser cómplice de esa transición en la que estos niños, por fin, comprenden que existen otras realidades y que sus sueños, con esfuerzo, podrán materializarse.***Paréntesis: “Los políticos corruptos son elegidos por ciudadanos honestos que no votan”. Inscriba su cédula hasta este domingo. Participemos.