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Para ti, Sofía

La muerte, esa que aparece un buen día, sin preguntar, sin ni...

21 de agosto de 2015 Por: Laura Posada

La muerte, esa que aparece un buen día, sin preguntar, sin ni siquiera avisar, más allá de sorprender y agobiar, confunde. Pero la de Sofía -como la de cualquier niño- representa la mayor de las tragedias, pues a todas luces transgrede toda lógica. ¿Cómo desentrañarla? ¿Cómo entender la ausencia de un pequeño ángel que apenas empieza a tejer sus sueños y a esgrimir las bases de lo que será su vida? La dimensión de este acontecimiento fue mayúscula, a pesar de que, tal vez, las respuestas nunca lleguen. Y al final, Sofía se convirtió –es- símbolo de la vida misma. Fue conmovedor el sentimiento y la solidaridad que despertó y que se unió en una sola voz. No bastó nada más para reafirmar la esencia de una niña que sonrió hasta el final y que contagió por el entusiasmo con el que hizo las cosas, su dedicación y disciplina. Un abrazo profundo y solidario para Víctor, Jackelin, Martín y Carolina, a quienes debemos decirles que su amor y entereza no son más que un ejemplo para todos. Retomo las palabras de Facundo Cabral, que explicaba que no hay muerte, sino mudanza. Así que desde otro lugar, Sofía seguirá reconfortando los corazones de todos aquellos que tuvieron el privilegio de conocerla. Escribir nace del alma y hacerlo significa una linda forma de catarsis. Por eso hoy, este espacio, lo escribe el papá de Sofía.***Para mi princesa Sofía:Soffy, tu temprana partida nos tiene destrozados. Demasiado inesperado todo lo sucedido. Pasó lo imposible, pero pasó lo que tenía que pasar. Te amamos con el alma y qué no daríamos por tenerte físicamente con nosotros. Tu hermano, Martín, pregunta mucho por ti. Nos hace muchísimas preguntas difíciles de contestar. Sé que con tu ayuda saldremos adelante. Soy un convencido de que no has muerto, sino que sólo has pasado a otra dimensión, donde todo es amor y que estás rodeada de Dios, de la Virgen María, de San José, de Jesús, de los ángeles y arcángeles y, por supuesto, de nuestros seres queridos que ya partieron. Sé que nos quieres ver bien para tú estar bien y de esa manera estamos tratando de asumir tu partida. Tratamos de no preguntarnos el “¿por qué?”, sino más bien el “¿para qué?” de tu corto paso por este mundo. ¿Y sabes? Llegamos a la conclusión de que ése era parte de tu plan de vida y, claro, también de nuestro plan de vida. Uniste a todo un país en oración. Uniste a muchas familias que estaban dispersas, incluida la nuestra. Despertaste conciencia en miles de personas. Nos enseñaste no sólo a valorar la vida y a los seres queridos; también a darnos cuenta de que los problemas del día a día resultan insignificantes. Despertaste amor y confraternidad entre todos. Viviste casi 11 años feliz, plena, dejando una huella inmensa y viviendo en los corazones de miles de personas. Le diste vida, además, a cuatro niños israelíes, a quienes les hiciste el milagro de continuar con su existencia. No me alcanzo a imaginar la felicidad de sus familias; y cómo la tristeza de nosotros se convirtió en esperanza, en ese milagro tan esperado por ellos. Eres mi princesa hermosa, eres mi gran tesoro. ¡Feliz cumpleaños mi gorda hermosa (23 de agosto)! Y ya sabes mi So, cuando sea el momento nos reencontraremos. Te amamos infinitamente.