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Los superhéroes sí existen

Lo sé porque conocí a dos de ellos y pude advertirlo. No...

16 de julio de 2010 Por: Laura Posada

Lo sé porque conocí a dos de ellos y pude advertirlo. No tienen capas ni trajes elásticos, prefieren vestirse de civil, pero su alma de guerreros, su invulnerabilidad y su fuerza sobrehumana resultan semejantes a los de aquellos inmortales.Estos dos hombres, aunque no se conocen, comparten una misma historia. El universo conspiró y la vida les cambió de improvisto. Un día se levantaron con una tranquilidad que los hacía brillar y los despojaba de preocupaciones; por la tarde, un diagnóstico apuntaba a un posible cáncer. Uno de ellos, de 10 años, arrancó su travesía en enero pasado. Un intenso dolor en su hombro, que respondía a la fisioterapia, le fue atribuido a las largas jornadas de juego. Sin embargo, cuando las dejaba, volvía a aparecer. Más tarde, descubrieron que tenía el Sarcoma de Ewin, una especie de cáncer óseo que busca tejidos blandos, lo que le generó un tumor en los pulmones.El otro, concluyendo sus 50 y a raíz de un coágulo de sangre que descubrió mientras se encontraba en su casa, supo que algo andaba mal. Corría el 2006 y los médicos le confirmaron que debían extirpar uno de sus riñones a causa de un tumor inicuo. No paró allí. Después, en diferentes etapas, lidió con tres metástasis de pulmón y hoy ataca otra más en el cerebro.Desde que el cáncer irrumpió en su existencia, su lucha por salirle adelante ha sido inquebrantable. Su actitud es admirable y las ganas de aferrarse al mundo les ha permitido lidiar con tratamientos a veces interminables, cambios físicos y emocionales, miradas compasivas de la gente, las imprudencias de algunos y el fatalismo de otros. El primero habla de resonancias, transfusiones y plaquetas como si se tratara de la última película de Disney. El segundo cree en el poder de las frutas, ha recorrido los mejores especialistas conociendo sus métodos, comprendiendo los efectos de los tratamientos e indagando sobre los últimos avances en este tema. Pese a que no le temen a hablar del cáncer abiertamente ni a la muerte per se, sus interrogantes no siempre tienen respuesta. ¿Si el Niño Dios quiere a los niños, por qué me hace esto a mí que he sido bueno? ¿Por qué me tengo que ir si primero se deben morir los viejitos? ¿Mami, qué tengo que hacer cuando vea el túnel? ¿Doctor, será que alcanzaré a conocer a mis nietos? ¿Cuánto tiempo me queda? ¿Qué hago para aferrarme a esta vida que tanto amo? Y frustra.Durante los últimos años, el cáncer ha tomado prevalencia como enfermedad mortal en Colombia. Según el Instituto Nacional de Cancerología, cada año se presentan 70 mil nuevos casos y los procesos que se presentan en menores de edad son cada vez mayores. Una cifra que preocupa. El panorama es alentador. Durante este difícil proceso han encontrado la forma de hacer catarsis, respirar aire fresco, recargarse, tomar fuerzas y seguir adelante. ¿Lecciones? Infinidades. Mateo Molina, el niño y un amigo muy especial, vive el día a día de la mejor forma, buscando sonrisas entre su familia y amigos y apostándole al arte, plasmando en él sus miedos, rabias y sueños. Luis Fernando, mi papá, estrechó su relación con sus hijas, se convirtió en un ser espiritual, creyente, sensible y empezó a valorar la magia de los pequeños instantes. Ojalá, pronto, ambos puedan vanagloriarse luego del deber cumplido, pues están aquí para cosas grandes. No por azar se es un superhéroe. El destino se encarga de elegir a aquellos que son capaces de soportar esa responsabilidad. Y son ellos quienes nos terminan dando lecciones de cómo vivir y gozar a los que a veces -muchas- se nos olvida que no tenemos la vida comprada.