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Con lupa

Hace unos meses elogiaba en esta misma columna la estricta labor que...

20 de abril de 2012 Por: Laura Posada

Hace unos meses elogiaba en esta misma columna la estricta labor que desde el primer día de este año viene desarrollando la Secretaría de Tránsito y cómo, sin duda, sus resultados han ido lentamente esgrimiendo aires de confianza entre los caleños. Celebré el temple del señor Hadad, su intensa imposición de multas, la multiplicación de agentes en la ciudad, su iniciativa de la ‘Ola Verde’ y, sobre todo, su carácter firme y propositivo. Y, obvio, con mayor fervor aún hoy aplaudo cada una de estas nuevas políticas.Sin embargo, es notorio también el hecho de que la ‘mano dura’ no ha marcado la diferencia que esperábamos y, al parecer, no es suficiente para todos los problemas que de esta índole nos atañen. Resulta necesario, además, la asiduidad de los controles y las sanciones, el funcionamiento idóneo al interior de la Secretaría en lo que atención al usuario se refiere y el respeto permanente de los ciudadanos por las normas.Pese a que hubo una ‘limpieza vehicular’ en la ciudad, se restringieron las zonas de parqueo y se recuperó gran parte del espacio público con multas e inmovilizaciones, el río del caos volvió a su antiguo cauce. En las calles junto a Imbanaco, por ejemplo, regresaron los del trapo rojo; los buses y carros piratas retomaron sus lugares, las ‘terminalitas’ volvieron con su bullicio y fritanguería. ¿Qué pasó? Se necesita de constancia y de resultados permanentes para que como ciudadanos tengamos credibilidad en nuestras instituciones.De otro lado, el trabajo dentro de la Secretaría de Tránsito Municipal es a todas luces desorganizado. Con pena -y lección aprendida- les comparto que fui multada hace unas semanas por hacer un cruce prohibido en El Peñón. Como corresponde, fui a dicha entidad a hacer el curso de educación vial para infractores y a ponerme al día con una sanción cuyo valor no quiero ni recordar. Casi cinco horas estuve allá adentro. Qué pereza y qué torpeza con la que trabajan varios de sus funcionarios. Para más de 40 personas, dos empleados para atenderlos. No hay prioridad para adultos mayores ni mujeres embarazas. Las sillas de espera no son suficientes. Los turnos se los saltan y no falta a quien atiendan por el lado. El trámite es lento, tedioso y el ambiente se siente denso ante la justificada impaciencia. Puse la queja y una de las funcionarias me dijo que su jefa, la encargada del Área de Educación y Cultura, se comunicaría conmigo porque “aunque no lo crea, ella ama a la gente”. Tanto, que aún no lo ha hecho.Finalmente, es triste que nuestra inmadurez como ciudadanos nos lleve a reaccionar sólo ante la presencia de las autoridades y no por compromiso con el porvenir de esta ciudad. Porque cuando ellos no ven, sigue nuestra indisciplina, imprudencia e intolerancia. Que llevar la placa de Inteligencia Vial en nuestros vehículos sea algo más significativo que una simple moda impuesta por Pirry. Reprender al infractor es aplausible y tan necesario como la agilidad del Municipio para resolver los trámites. Las buenas políticas deben ir acompañadas de dinamismo y de buenos tratos, pues cuando todo se dé en su justo orden el compromiso por Cali será cada vez mayor. Estos temas, señor Hadad, son elementales, pero vale la pena mirarlos con lupa. Por demás, lo sigo admirando y apoyando en su labor. ***Paréntesis: Muchos éxitos para la revista Caliviva, que desde este mes empezó a circular gratuitamente, y a su director Iván Delgado, quien le apostó a una interesante publicación que permitirá no sólo vivir la ciudad sino pensarla.