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Yo también votaré por Zuluaga

Aunque no es santo de mi devoción, hoy reconozco que Uribe estaba...

5 de junio de 2014 Por: Julio César Londoño

Aunque no es santo de mi devoción, hoy reconozco que Uribe estaba en lo cierto: Santos es un agente del Castro-Chavismo. Lo estuve meditando esta semana y encontré en mi memoria y en los archivos de prensa pruebas irrefutables de su doble militancia, por llamarla de alguna forma.Para empezar, hay que decir que toda la historia de la familia Santos es un guión paciente y diabólico, una farsa urdida durante 50 años para meternos este caballo de Troya que es Juan Manuel. ¿Para qué, se preguntarán, el diario El Tiempo defendió durante decenios al gran capital, al establecimiento y a los partidos tradicionales? Pues para que el pueblo pensara que todos los Santos eran unos oligarcas culifruncidos de ultraderecha, y un día Uribe confiara en Juan Manuel Santos y lo pusiera en la presidencia. El resto es conocido: una vez posesionado, Juan Manuel se quitó la máscara, traicionó a su ingenuo jefe y enarboló las banderas del terrorismo internacional. ¡Fue un montaje matemático de 50 años!¿Por qué comandó Santos los operativos más exitosos contra las Farc: la Operación Jaque, las bajas de Ríos, Jojoy, Reyes y Cano? Por la misma razón: para que creyéramos que era un adalid de la lucha contra la subversión, un Rambo redivivo, cuando en realidad es un agente encubierto de Alqaeda que trabaja free lance para las Farc.Con la misma lógica se explica que haya nombrado en el ministerio de agricultura a un representante de los palmicultores, que intentara pasar de agache cuando Riopaila quiso comprar las tierras del programa de restitución, que haya rebajado en 50% los impuestos a las herencias, que haya bajado la base del impuesto a la renta de 100 a 36 millones de pesos y que viva con una señora idéntica a la camarada Karina.¿Para qué, se pregunta uno, ha dedicado Juan Manuel Santos media vida al póker en el Jockey Club? Pues para afinar su sentido de la estrategia y aplicarla ahora, en la combinación de todas las formas de lucha.Usted dirá que hay algo que no encaja: su amistad, o al menos sus fotos, con Tony Blair. Se equivoca, cándido lector: ese no era Blair, era Timochenko, debidamente rasurado y afeitado, con lentes de contacto y peluca de rizos dorados. Uribe cita en defensa de su tesis la amistad de Santos y Chávez. Tiene razón. Santos se abrazó con Chávez para que razonáramos así: si Santos lo abraza es porque lo va a traicionar, cuando en realidad su abrazo era sincero. Es decir, fingió quererlo para que pensáramos que lo odiaba cuando en realidad lo quería.¿Por qué tiene un primo y un jefe cercanos a la parapolítica? Por la misma razón. Para que lo creyéramos de ultraderecha cuando en realidad milita en el ala radical de las Farc. “Comandante Juancho” le dicen allá, en las montañas de Colombia.¿Por qué las Naciones Unidas y la Casablanca han manifestado su apoyo a los diálogos de la Habana? Si me perdonan la obviedad, lo diré con todas sus letras: porque la Casablanca es en realidad Casaverde con una mano de pintura, y la ONU no es más que una empresa de fachada de Ancol.Por todo lo anterior, votaré por Zuluaga. Ah, y porque los dos más agudos analistas del país, Medardo Arias y Mario Fernando Prado, han demostrado que Zuluaga es el hombre que meterá en cintura a las Farc, a la pobreza, a Santos, a las Bacrim, al virus contra el cáncer e incluso a su patrón.