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Sobre un hereje zonzo

Con demasiada frecuencia, el padre Llano, columnista del El Tiempo, alborota la...

27 de diciembre de 2012 Por: Julio César Londoño

Con demasiada frecuencia, el padre Llano, columnista del El Tiempo, alborota la parroquia con alguna zoncera seudoteológica. Esta vez sus superiores de la Compañía de Jesús lo conminaron a guardar silencio absoluto. Hicieron bien porque Llano lleva años demostrando que la razón no es su fuerte. Como esta vez, cuando dijo que Jesús fue concebido a la manera antigua, es decir, en la cama, y a los ocho días salió a defender como si nada la ortodoxa versión de la concepción por obra y gracia del Espíritu Santo. Uno no sabe qué es peor: la herejía o el bandazo. Hubiera sido más elegante el silencio, padre. La obediencia, regla central jesuita, no es un ritual hueco: debe ser un acto de corazón, no un ritual hipócrita. Su columna fue tan desangelada, tan copy-paste a regañadientes de la Constitución Lumen Gentium del Concilio Vaticano II, que dejó en la grey el ingrato sabor de una nueva grosería suya, de que acata pero no se retracta.En la columna de rectificación el padre no explica por qué salió con la herética propuesta, ni cuáles fueron las razones que lo trajeron de vuelta a la ortodoxia. Uno puede cambiar de opinión, claro, pero no tan rápido y mucho menos ante un problema más viejo que el caricatural asunto del sexo de los ángeles.Poco después otro columnista del mismo deprimente periódico, salió a defender a Llano. Dijo, con una agudeza enternecedora, que María no podía ser virgen después de la concepción, ni mucho menos después del alumbramiento, ¡y que él sabía de qué hablaba porque era médico gineco-obstetra! De milagro no habló de eyaculación, cigoto, himen y fórceps. Creo que se abstuvo por razones de espacio.El padre y el médico siguen el método de los ateos más zoquetes, esos individuos que critican los milagros con argumentos lógicos y científicos, olvidando que el milagro es justamente una trasgresión de la lógica y las leyes naturales. Jesús hace panes con el viento del mar de Galilea porque es Dios. Si lo hiciera con trigo no sería Dios sino panadero. Como tampoco es médico, a Lázaro lo resucita con una orden, no con bálsamos ni brebajes. Tiene uno que ser muy zonzo para decir que ese pasaje en que Dios detiene el sol en mitad de un combate es imposible porque la ley de la inercia no lo permite. O que la ascensión de la Virgen María en cuerpo y alma contraría las leyes de la aerodinámica y el teorema de Bernoulli. O que las hidráulicas conclusiones de Arquímedes proscriben de manera tajante que ningún sujeto, por zarco que sea, camine sobre las aguas. Como la matemática, como la literatura, las cosmologías deben guardar sólo una coherencia interna. No tienen que rendirle cuentas a ningún orden externo: ellas fundan un orden propio. Comparada con otros portentos divinos, como el prodigio de hacer estrellas y pájaros de la nada, la virginidad de María es un milagro menor.El padre Llano no debería malgastar sus fuerzas contra la muralla del dogma, cuando hay asuntos de verdad urgentes y discutibles en el seno de la Iglesia. El celibato, las sanciones a los curas pedófilos, los anticonceptivos, la clonación de las células madre, la ecología, los derechos civiles de los homosexuales y los problemas sociales, entre otros, son, si me lo permiten, mucho más cruciales que el estado del himen de la madre de Dios.