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Salve Valle del Cauca

Aunque sospechábamos del enorme poder de Juan Carlos Martínez, el informe de...

22 de septiembre de 2011 Por: Julio César Londoño

Aunque sospechábamos del enorme poder de Juan Carlos Martínez, el informe de la revista Semana, “El hombre que maneja medio país desde la cárcel”, nos sorprendió a todos. Veamos algunos datos. Ya detenido, aumentó su ‘bancada’ de tres a veinte parlamentarios en las elecciones para el Congreso del 2010, y su cauda electoral pasó de 100.000 a 250.000 votos. Su maquinaria cuenta, además, con seis diputados, diez alcaldes, 156 concejales y un número alto pero no especificado de funcionarios de alto rango. Crear un partido político en Colombia es muy difícil. Tanto, que hasta candidatos de peso tienen que pedir avales indígenas, como Antanas Mockus, o someterse al calvario de la recolección de firmas, como Rodrigo Guerrero. En cambio Juan Carlos Martínez ha creado cuatro: ADN, PIN, MIO y Afrovides, partidos que avalan cinco candidatos a gobernaciones, 101 para asambleas y 2.363 aspirantes a concejos. El exdirector del DAS, Jorge Noguera, le hacía oficios varios a Martínez en la Picota, entre ellos el aseo de baños. La revista dice que Noguera lo hacía por dinero para poder subsistir en la cárcel. Lo dudo, él es un señor bien de la sociedad samaria. Y poner el DAS al servicio de los paramilitares debe haberle dejado una buena renta. Yo creo que lo hacía por mera lagartería. Es codueño de la CVC con Dilian Francisca Toro, dueño de Acuavalle, tiene cuotas importantes en la Alcaldía de Cali, como Eliana Salamanca, gracias a su apoyo a Jorge Iván Ospina en las elecciones del 2008. Piensa aumentar la cuota con su apoyo a la candidata del Polo, María Isabel Urrutia, que lo adora con amor ciego, y va por la Alcaldía de Palmira con el patricio Miguel Motoa, candidato de Cambio Radical, alianza que no parece molestar al director del partido, el hijo de Luis Carlos Galán. Tuvo negocios interesantes en el Suroccidente: de tierras en Putumayo, Nariño, Cauca y Valle a través de Incoder; de medicamentos en las Secretarías de Salud de Cauca y Chocó (la del Valle tiene dueña); de impuestos en Buenaventura a través de la Dian, cuya administración le entregó un gran amigo suyo, Álvaro Uribe; y en la Universidad Santiago de Cali, donde tenía un amigo muy cercano, Ébert Mosquera Hurtado, el decano asesinado en el campus de la Universidad en julio de 2010. Martínez debe saber de qué habla cuando afirma, para defenderse de las acusaciones de narcotráfico, que “La plata que deja una alcaldía no la deja un embarque”. En marzo del 2010 uno de sus partidos, el PIN, se convirtió en la cuarta fuerza política del país con nueve senadores y once representantes. Este ‘padrino’ ha tenido, a su vez, dos padrinos: Carlos Herney Abadía, un señor condenado por enriquecimiento ilícito, y Olmes Durán Ibarguen, el ‘Señor del Pacífico’, un narcotraficante extraditado a Estados Unidos en julio de 2007; y un ahijado precoz, Juan Carlos Abadía, un muchacho condenado por la genética (es hijo de Carlos Herney Abadía) y por su entorno cultural, llamémoslo así. Ah, y por la Procuraduría. Pobre Valle del Cauca, mi tierra, verdes campos asolados por dos líderes terribles. Y no se sabe cuál es peor: si el que está ‘detenido’, o la otra, la que anda suelta y fue comadre suya hasta hace poco, cuando se distanciaron por quién sabe qué torcido.