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Para-historia de Colombia

Alguna vez le dije a un periodista de este diario que Uribe...

25 de septiembre de 2014 Por: Julio César Londoño

Alguna vez le dije a un periodista de este diario que Uribe era el fundador del paramilitarismo moderno. Él dijo que yo estaba equivocado, que el engendro era creación de Ernesto Samper. Ambos estábamos equivocados. El paramilitarismo fue creado en los años 80, se llamó inicialmente MAS, muerte a secuestradores, y fue la respuesta del narcotráfico al secuestro de una hermana de los Ochoa por parte del ELN. La aparición del MAS fue anunciada con unos volantes arrojados desde una avioneta sobre el estadio Pascual Guerrero un domingo de fútbol. Nadie leyó bien esa lluvia de papel. Nadie calibró bien la envergadura de la serpiente que nos reptaba pierna arriba.Luego la modosita “sociedad civil” se fue sumando de manera espontánea a la cruzada. Pastores cristianos, ganaderos, industriales, militares, beatas, azucareros y políticos apoyaron la noble causa de los narcos. Todos tenían una excusa perfecta: debían procurarse la seguridad que el Estado era incapaz de ofrecer.Luego el gobernador de Antioquia, Álvaro Uribe, apoyó de manera decidida y patriótica el engendro, que allá tenía un nombre cálido, como de EPS, las Convivir. El movimiento era tan legal, patriótico y cristiano que, durante la administración Samper, en el Congreso no se discutía su legalidad, sino el calibre de las armas de los “cooperativistas”. Al fin se les autorizó el uso armas de corto alcance los domingos y días de guardar. Los “paras” tenían línea directa con la presidencia vía Cartel de Cali, Fernando Botero y Horacio Serpa.Dando pruebas de un equilibrio francamente democrático, Andrés Pastrana les dio 42.000 kilómetros cuadrados a las Farc y amplio apoyo logístico y económico a la causa paramilitar vía Casa Blanca-Plan Colombia-Presidencia de la República (luego, como tantas otras veces en su historia, la Casa Blanca terminó repudiando a estos socios impresentables). En esta misma administración, el prócer Carlos Castaño hizo alocuciones en directo en horario prime time con un cuadro de la virgen del Carmen como telón de fondo, para una teleaudiencia atenta y agradecida.De manera coincidencial, el paramilitarismo alcanzó su clímax en la era Uribe: la para-bancada tenía el 35 % de las curules, casi 100 senadores fueron a la cárcel con cargos de parapolítica, Mancuso fue ovacionado en el Capitolio, el presidente exhortaba a sus senadores a votar rápido los proyectos del gobierno “antes de que los metan a todos a la cárcel”, su primo Mario Uribe, el fundador del partido que lo llevó a la presidencia, terminó tras las rejas y su hermano Santiago Uribe aún tiene decenas de investigaciones abiertas por el mismo delito.Lo que uno se pregunta es: si el paramilitarismo ha sido una política de Estado durante treinta años, con magníficos resultados en términos de curules, contratación pública, lucha contrainsurgente y millones de hectáreas arrancadas a los zarrapastrosos campesinos colombianos, ¿por qué diablos los líderes de semejante cruzada (el innombrable y sus alfiles) viven negando su filiación paraca en lugar de reclamar con orgullo los créditos que merecen por tan heroica cruzada?Hago este recuento para responderle al periodista citado. Y para refrescar la memoria de los lectores de cara al debate necesario antes de “voltear la página, exorcizar demonios y apagar las llamas del odio”, como reclama con una mezcla de ternura y sensatez un analista. Y para decirles a los genocidas de la extrema derecha que, por favor, no nos abrumen con sus lecciones de moral.