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La tiza negra de la educación

No cesa el revuelo causado por los resultados de nuestros estudiantes en...

15 de mayo de 2014 Por: Julio César Londoño

No cesa el revuelo causado por los resultados de nuestros estudiantes en las Pruebas Pisa: puesto 62 en lenguaje y matemática entre 65 países, y último puesto entre 44 países en la prueba de solución creativa de problemas. Lo primero es un índice de conocimientos; lo segundo de competencias, de lo que el estudiante es capaz de hacer con lo que sabe. Y en nuestro caso la correlación es clara: como el mocoso sabe muy poco, no hace nada. Y la conclusión es unánime: hay crisis en la educación colombiana. “Estamos en el peor de los escenarios”. Rodolfo Llinás lo resume así: «No hay ninguna crisis. La crisis es algo extraordinario. Lo nuestro es crónico».Hay otra forma de mirarlo. A las Pruebas Pisa se presentan solo los países mejor educados. Y Colombia es el colero del grupo. Luego no somos lo peor: estamos en la cohorte alta del mundo, en la mejor educada, en el selecto 25% que constituye la crema del planeta.Y entonces ¿somos crema o popis? Para responder esta pregunta debemos ponernos en contexto.Si consideramos que somos el séptimo país más desigual del mundo, el resultado Pisa es extraordinario. En el país de la Casa Arana, las Convivir, los ingenios azucareros, la Casa Santos, las reformas económicas más retrógradas, el neoliberalismo tercermundista y otras lindezas, clasificar en el 25% superior es una prueba palpable de que Dios insiste y es colombiano.Si consideramos que somos la economía 27 del mundo, el resultado es pobre. Ahora, si multiplicamos el vigor de esta economía por nuestro infame Gini (índice de desigualdad), las cuentas cuadran. Estamos en nuestras platas.Si consideramos la inversión en ciencia y tecnología (0,5%), hay que concluir que nos fue muy bien. La sacamos barata.Si consideramos que Colombia ocupa el puesto 52 entre 132 países en progreso social, tenemos que reconocer que las Pisa son un termómetro perfecto de la realidad última de los países.Si consideramos que invertimos en educación un notable 4%, el resultado fue desastroso.Pero si recordamos que hay programas tan mentirosos como el cacareado Escuela Nueva (un profesor para 30 niños de primero a quinto de primaria hacinados todos en una pieza de una casa rural) y que los colegios en concesión y los programas de ampliación de cobertura están en poder de los manilargos concejales y que en Buenaventura estos colegios están repletos de “estudiantes fantasmas” y que la ministra no ha hecho nada al respecto porque está retenida en una boutique del CC Andino y que hay pueblos de la Costa donde los desayunos escolares se rifan entre los alumnos porque no alcanzan y que la Bienestarina termina en las panzas de los cerdos del Chocó y que incluso en un pueblo tan rico como Barichara las raciones escolares son una bazofia y que el detrimento de la educación pública en aras de la privada es una criminal política de Estado de los últimos 40 años y que a la ministra le cuesta la tabla del diez… si recordamos estos detalles, decía, uno entiende a dónde va a parar buena parte de ese suculento 4% y lo merecido que tenemos ese puesto en la cola de las Pruebas Pisa.Con todo, y considerando que estamos en el puesto 91/186 en el Índice de Desarrollo Humano, debemos reconocer que nuestros jóvenes son unos genios y que sus resultados están muy por encima del desempeño de los gobernantes. Si es obligatoria una conclusión, me quedo con esta.