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Gramática de la conversación

Se insiste tanto en la necesidad de incentivar la ‘lectoescritura’, que a nadie se le ocurre organizar campañas para que hablemos y escuchemos mejor.

13 de septiembre de 2017 Por: Julio César Londoño

Se insiste tanto en la necesidad de incentivar la ‘lectoescritura’, que a nadie se le ocurre organizar campañas para que hablemos y escuchemos mejor. Se piensa, supongo, que todo el mundo sabe hablar y escuchar; que estas habilidades se succionan directamente de la teta. Craso error. Hablamos mal y escuchamos peor. O mejor dicho, no escuchamos nada porque vivimos extasiados con el sonido de nuestra propia voz.

Para tener conversaciones más agradables y eficaces debemos observar algunas reglas.

1. Exprese sus ideas con brevedad. La conversación es un pim-pon de intervenciones rápidas, no de discursos. Si usted desea compartir con la humanidad su profundo conocimiento de “la cuestión iraní”, digamos, no lo haga en el curso del próximo asado con sus amigos; organice una conferencia.

2. Si le preguntan “cómo está” no le vacíe al infortunado su historia clínica. Responda, “bien gracias”. Salvo a su médico y a sus familiares más cercanos, a nadie le importa el estado de su páncreas.

3. Si le preguntan su opinión sobre algún tema, no se derrame en prosa. Dé una sinopsis apretada, un ‘abstract’, y ya. Amplíe su concepto sólo si se lo piden.

4. Estimule la participación de su interlocutor. Pregúntele por sus proyectos.

5. Escuche de verdad, esto es, con los oídos y con el corazón. Escuchar es tratar de entender lo que el otro quiere decir. Ponerse en sus zapatos.
6. Cuando un tímido habla, es un momento sagrado. No lo interrumpa. Es probable que sea la única oportunidad de escucharlo.

7. Por nada del mundo interrumpa a una persona que empieza a contar una historia o a trazar un argumento.

8. La continuidad. Es una norma de cortesía darle continuidad a los temas. Un cambio brusco en el asunto de la conversación es un bache. Y una grosería.

9. Si sus interlocutores están demasiado atentos y llevan mucho rato sin participar en la conversación, ojo: no significa necesariamente que estén interesados. Pueden estar somnolientos o al borde de un colapso nervioso.

10. Cuando hable, diríjase a todas las personas del salón. Es imperdonable ignorar a algunas. Significa “ustedes no pintan nada aquí”.

11. Solamente se puede mirar fijamente los ojos del interlocutor. La nariz y las manos pueden observarse de manera fugaz. Los dientes y las piernas, solamente si el tema lo autoriza. los senos jamás. Mirarlos fijamente es un privilegio reservado a los íntimos. O una confiancita del asesino.

12. Es de mal gusto armar corrillos. Hable para todos… o calle para siempre.

13. No limite los temas. La religión, el sexo y la política son vitales. Vetarlos equivale a empobrecer la reunión. Si a sus amigos les molesta tocarlos, cambie de amigos. Son fundamentalistas. O zonzos.

14. Solamente en última instancia, utilice la palabra ‘yo’. La experiencia muestra que después de esa partícula viene siempre una trivialidad o una petulancia. Es preferible generalizar las opiniones que personalizarlas.

15. No dé consejos. Si lo sabe todo, disimúlelo. No hay sujeto más insoportable que el sabiondo. Si su anfitrión se lamenta de lo chandosos que son sus hijos, por ejemplo, no le cuente que los suyos son admirables ni le aseste al infeliz sus brillantes ideas sobre pedagogía infantil.

La conversación es una comunión verbal. Tribal. Es un ejercicio de civilidad, la mejor manera de pensar con el otro y pasar un buen rato con los amigos. Sin conversación no hay fiesta. Solo bailes o comilonas.

Sigue en Twitter @JulioCLondono