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Falsos positivos 2.0

Para los que llegaron tarde: The New York Times denunció el 18 de mayo que el comandante del Ejército colombiano había impartido una directriz que ordenaba a sus hombres duplicar el número de bajas del...

29 de mayo de 2019 Por: Julio César Londoño

Para los que llegaron tarde: The New York Times denunció el 18 de mayo que el comandante del Ejército colombiano había impartido una directriz que ordenaba a sus hombres duplicar el número de bajas del enemigo sin preocuparse mucho por la “perfección de los operativos” (léase “sin preocuparse mucho por daños colaterales a civiles”).

Que se expidan este tipo de ‘directivas’ en cualquier país es gravísimo, pero que se quiera reeditar en Colombia la pesadilla de los falsos positivos es algo que solo puede caber en cerebros muy retorcidos.

¿Qué habría hecho ante la denuncia del New York Times un político promedio, no un genio, digamos Andrés Pastrana? Mínimo, ordenar ‘una investigación exhaustiva’. ¿Qué hizo el Gobierno? Negar de plano la veracidad de la noticia. ¿Qué dijo la senadora Cabal? Siéntense: ¡que el NYT era un pasquín a sueldo de la Farc! ¿En qué paró la cosa? En que el comandante del Ejército tuvo que recoger la espeluznante ‘directiva’.

¿Qué habían dicho los medios colombianos antes del informe del NYT? ‘Cero pollito’.

No voy a sacar de aquí conclusiones incendiarias. Sería injusto decir que las FFAA son un gigantesco aparato criminal de exterminio de la población civil, y que los medios, todos, miran para otro lado. No. En general, las FFAA tienen altos estándares éticos y observan los protocolos que dicta el Derecho Internacional Humanitario. Y en general, los medios son equilibrados (sesgados pero equilibrados) y estoy seguro de que ningún jefe de redacción quiere reeditar el episodio más negro de nuestra negra historia.

Nota: el colmo de la ineptitud fue Semana. No pudo cuajar un reportaje en tres meses (¡un reportaje, no una sentencia!) mientras que el reportero del New York Times hizo el suyo en siete días. Otra diferencia: mientras el diario neoyorquino respaldó a su reportero, Semana echó a la calle su columnista estrella.

Pero, si todo obedece a los bajos instintos de las ‘manzanas podridas’ del Ejército, ¡entonces las manzanas son un ‘canastao’ y algunas tienen alto rango! Y en cuanto a los medios, deberían preguntarse por qué los cogió con los calzones abajo esta cuasitragedia, y justo cuando las alarmas estaban prendidas y para nadie es un misterio que las riendas del poder están en manos de un señor ‘cargado de tigre’, el senador que piensa que las masacres pueden tener sentido social. Cuando las armas del Estado están bajo la batuta de un Mindefensa recio, el beodo que piensa que la tortura y el asesinato de Dimar Torres debieron tener una motivación justa. Y cuando el Presidente de la República, cumpliendo puntualmente las amenazas de José Obdulio, había remplazado los ‘generales enmermelados’ de la era Santos por generales de ‘mano pesada’, varios de ellos investigados por ‘ejecuciones extrajudiciales’.

Nota: la fuente del NYT fueron altos oficiales del Ejército, horrorizados con las órdenes de sus superiores. Esto prueba que no todo está perdido. Que hay sólidas reservas morales en las filas. Ojalá llegue el día en que el debate crítico sea una práctica militar, que los subordinados puedan discutir las órdenes de los superiores, que infamias como estas no vuelvan a repetirse y que nunca más suframos la vergüenza de ver cómo un periódico extranjero tiene que acudir a salvarnos de esas sicópatas de escritorio, como la senadora caleña que vocifera que “el Ejercito es una fuerza letal que debe entrar a matar”, y de esos generales irónicos, como Mario Montoya, convencidos de que “las bajas no es lo más importante: es lo único!”.

Sigue en Twitter @JulioCLondono