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Para superar la encrucijada

La sentencia de la calificadora de riesgo Fitch Ratings sobre la posible baja de la perspectiva de Colombia, ‘descalificada’ por el director del Banco de la República José Antonio Ocampo, quien expresó que no veía condiciones para que ello se produjera, permite reflexionar sobre las acciones indispensables para promover el crecimiento de la economía.

14 de julio de 2017 Por: Julián Domínguez Rivera

La sentencia de la calificadora de riesgo Fitch Ratings sobre la posible baja de la perspectiva de Colombia, ‘descalificada’ por el director del Banco de la República José Antonio Ocampo, quien expresó que no veía condiciones para que ello se produjera, permite reflexionar sobre las acciones indispensables para promover el crecimiento de la economía y agilizar la ejecución de los proyectos que requieren la iniciativa del gasto público para conjurar la desaceleración. Por ello es indispensable cuidar dicho gasto público y, sobre todo, proteger la confianza.

El primer factor fundamental es que, en un contexto de desaceleración económica producto de choques externos (desplome de los precios del petróleo) e internos (paros, el fenómeno del Niño y la contracción en las actividades asociadas al sector minero), el Gobierno ha definido una serie de medidas para frenar la desaceleración del crecimiento económico como efecto anticíclico. Con todo, se requiere un esfuerzo aun mayor del sector público con el fin de que su ejecución se haga con prontitud, transparencia y eficiencia, debido a las implicaciones que tiene que estos proyectos se ejecuten con el fin de irrigar a la economía de mayores recursos que ‘empujen’ la industria, el empleo y el consumo.

Uno de los paquetes más importantes corresponde a las vías 4G, que requieren un mayor ritmo en la ejecución de las obras y en los cierres financieros. Se ha previsto un aumento del 3,4% en la inversión en este rubro, la cual pasa de $5,8 billones en 2016 a $9,2 billones en el presente año. Se espera que esto se traduzca en un incremento de 237.885 en el número de empleos generados y una contribución al crecimiento del PIB de 0,3 puntos.

Existen otros paquetes de inversión fundamentales, como los planes en vivienda que contemplan recursos por $1,6 billones; en aulas escolares $4 billones; en acueducto, alcantarillado y aseo $3,7 billones; $12 billones para proyectos financiados con regalías; $1,6 billones para desarrollo productivo; $4 billones para proyectos de desarrollo regional y empresarial el marco del Acuerdo de Paz; entre otras medidas como estímulos para promover las exportaciones con valor agregado, con el objetivo de bajar la dependencia de los comodities.

El segundo factor es el freno al gasto público. Además de los recortes que se han hecho en el presupuesto, el ministro de Hacienda anunció que se presentará en el 2018 un importante ajuste en esta materia, medida seria que ojalá sea entendida por sectores que buscan reivindicaciones económicas que, si bien algunas de ellas pueden ser justas, se traducen en paros y vías de hecho que afectan aún más al país. Máxime cuando no existe margen para aumentar los recursos tributarios, más allá del incremento en la eficiencia de la gestión de recaudo.

El tercer factor es la confianza, que debemos proteger como el bien más preciado frente a la polarización reinante, que puede llevar a destruir lo construido y generar dudas internas y externas sobre el futuro del país. Apelar al pesimismo y a la mala imagen tiene efectos negativos sobre los proyectos de inversión, el empleo y la capacidad adquisitiva de los colombianos. Es necesario, entonces, un compromiso colectivo para empujar la recuperación del país y superar la actual encrucijada.

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