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El milagro de Qatar

El debilitamiento de los indicadores de la economía nacional hace más apremiante...

27 de abril de 2013 Por: Julián Domínguez Rivera

El debilitamiento de los indicadores de la economía nacional hace más apremiante que Colombia acelere el fortalecimiento de sus vocaciones y de su transformación competitiva. Tomar como referencia el camino recorrido por otras naciones siempre será muy importante, aunque se trate de realidades y contextos diferentes. La realización del Congreso Mundial de Cámaras de Comercio en Qatar y la firma de un convenio en febrero pasado entre Confecámaras y la Cámara de Comercio e Industria de esta nación árabe, en el marco de la visita del Emir de Qatar a Colombia, permite analizar la transformación que este país está protagonizando, para labrarse un futuro más allá de los hidrocarburos, como se propone Colombia en el Plan de Desarrollo para ‘sembrar’ la riqueza minero energética a través de las regalías.Con una población de alrededor de 1,8 millones de habitantes y pese a ser el segundo país más pequeño del Golfo Pérsico, es una de las naciones más ricas del globo gracias a sus reservas petrolíferas y gasíferas. Doha, su capital, una ciudad que mezcla tradición con modernidad, es un centro de ciencia, innovación y tecnología, de salud de vanguardia y de conocimiento como centro universitario de primer orden. Una ciudad limpia, ordenada, cosmopolita, con claros objetivos para su desarrollo futuro.No siempre fue así, ya que antes del descubrimiento del petróleo a mediados del siglo pasado, esta nación contaba con una débil economía basada en el comercio, el cultivo de perlas y la pesca, y contaba con una población mayoritariamente nómada. Los hidrocarburos permitieron que ocurriera el primer ‘Milagro Qatarí’ con la transformación de su economía, al punto de ser uno de los tres países con el mayor ingreso per cápita del mundo, y elevar el nivel de vida, con medidas como la gratuidad y obligatoriedad de la educación.Con 11.000 kms cuadrados de territorio, la mayor parte conformado por una planicie estéril y cubierta de arena, es una de las naciones más progresistas de la Liga Árabe, que sabe que sus reservas de gas y petróleo no durarán para siempre. Es así como desde hace un buen tiempo emprendió la tarea de diversificar sus inversiones y de construir infraestructura a pasos agigantados, desde hospitales, hoteles, líneas de metro y una red ferroviaria que atravesará al país, hasta un nuevo aeropuerto internacional y un puerto de aguas profundas. Se calcula que las inversiones en infraestructura anteriores al Mundial de Fútbol de 2022 puedan alcanzar los US$100.000 millones, lo que requerirá una mano de obra de un millón de trabajadores, la mayor parte de ellos extranjeros.Este rimo frenético de desarrollo está gestando un segundo ‘milagro’ para una nación que se considera como la de más rápido crecimiento en el mundo, gracias a su firme determinación por modernizarse y a la vez atesorar su rica cultura y tradiciones. No obstante los retos en el cumplimiento de los estándares democráticos, construye con decisión su futuro.Una determinación y tenacidad que es necesario copiar aquí, para no seguir avanzando en círculos, abrazar con fe la posibilidad de la paz y saber que construir el futuro es el mayor reto que tenemos, pese a que los intereses personales y sobre todo la falta de grandeza, tantas veces nos hayan impedido en el pasado convertirnos en la nación milagro que podemos llegar a ser.

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