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Un hogar para ‘El Monje Loco’

Llegó en el 60 de Estados Unidos graduado como ingeniero electrónico, pero como la electrónica no había llegado al país, le tocó conectarse con el Nadaísmo.

17 de julio de 2017 Por: Jotamario Arbeláez

Llegó en el 60 de Estados Unidos graduado como ingeniero electrónico, pero como la electrónica no había llegado al país, le tocó conectarse con el Nadaísmo. Sus escritos insólitos, publicados en Esquirla, suplemento El Crisol, lo señalaron como el esperado fenómeno de la literatura colombiana. Escribió Islanada, la historia novelada del nadaísmo, con la que ganó el premio de Tercer Mundo en 1966, de la cual circularon unos pocos ejemplares piratas. Ahora por lo menos una editorial de Medellín está interesada. La década del 60 la vivió en un cuarto de la carrera 2 con 15, donde la pequeña Socorro, hija de la dueña del edificio, lo acorría con sus numerosos huéspedes de mochila. En el 70 viajó a Bogotá a escribir El libro rojo de Rojas, para denunciar el fraude electoral del 19 de Abril. Acaba de regresar a su patria chica, con 91 años y cero pesos, y ha sido recibido por la Socorrito de entonces, quien ha guiado sus pasos por el estrecho sendero de una gloria literaria con escasos recursos. Pero goza del privilegio de amigos entrañables, entre ellos Armando Barona Mesa, quien hizo lo posible por que sucediera el milagro. Me entero por NTC de este cruce de mensajes entre los dos benefactores del inconmensurable poeta.

“Buenos y saludables días Dr. Barona: esta nota es para agradecerle por todas las gestiones maravillosas que han realizado para conseguir fondos para el poeta Elmo Valencia y a usted y al doctor Vera por lograr que la Alcaldía de Cali y los doctores Quintero y Zapata, del Ancianato San Miguel, se interesaran en el caso, como usted lo dijo, de total orfandad del maestro. No saben la tranquilidad que esto me trae. El poeta partirá hoy a su nuevo hogar. Lo recogeremos a las 8:30 a.m. para trasladarlo al sitio donde estoy segura, recibirá los cuidados y atenciones que se merece por toda una vida dedicada a llevar inspiración y poesía a gente linda como ustedes. El poeta podrá ahora gozar en ese hermoso lugar de lo que disfruta intensamente: hablar, reír, observar, y de pronto hasta nos sorprenda con nuevas obras. Esto es emocionante y usted como uno de los principales artífices se lleva los más fuertes aplausos.

Le agradecería que esta nota sea compartida a las personas que contribuyeron de buena voluntad, tales como Betsimar Sepúlveda, Gabriel Ruiz, etc. Un fuerte abrazo y les reitero mis agradecimientos y los del maestro. Socorro Garcés Duque”.

La respuesta es conmovedora: “Querida Socorrito: leo este mensaje con emoción. Bien sabe lo que quiero a Elmo, el antiguo dueño de El Motel, el de la poesía danzante entre columpios, el andariego, el ingeniero que dejó los cálculos para mirar las curvas femeninas, el adorador de la belleza y la ironía y el despreciador del billete…. Sí, ese Elmo Valencia, más conocido como ‘El Monje Loco’, ahora va a poder mirar los crepúsculos en los atardeceres del sur, sin tener que pensar en que no hay plata para el arriendo. Tendrá servicios médicos y el golpe -tal vez los tres- de la comida casera y la posibilidad de muchos amigos que como él, vivieron épocas pasadas y ven el sol resplandeciente en cada amanecer. Le debemos este nuevo hogar al alcalde Armitage, al apreciado Octavio Quintero, al médico del corazón que es todo corazón Adolfo Vera, al amigo Mustio, a Valenzuela, a la poeta Betsimar Sepúlveda y a Julio César Londoño, a Jotamario, pendiente de todos los suspiros de su compinche Elmo, por supuesto a usted, ángel de la guarda; y a toda esta ciudad que él ama desde el fondo y en el subfondo de su alma. A propósito, Elmo que se ha denominado ateo y libre pensador, acuñó, en relación con Socorrito, la frase: “No creo en Dios, pero sí en los ángeles”. Un gran abrazo, Armando Barona Mesa”.

En nombre de la poesía, mil gracias, señor Alcalde. Y que lo reelijan.

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