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Sta. Librada once lustros

Compañeros del alma y del alma mater:Ya que no puedo estar con...

22 de julio de 2014 Por: Jotamario Arbeláez

Compañeros del alma y del alma mater:Ya que no puedo estar con ustedes por encontrarme en Durango, la tierra de Pancho Villa y de Dolores del Río, ídolos de la revolución y del celuloide, compitiendo por Colombia en unas justas poéticas con mi poema Santa Librada College, reciban este mensaje que les escribo contemplando unos arreboles sangrientos en el cielo más bello de la tierra, desde un vitral de la Iglesia de San Agustín a la ingresé de la mano de la Reyna de la ciudad y me encontré con la imagen, sosteniendo una cruz y un foete, de San Nicolás, el maestro y espíritu selecto que me infundió la gracia de la poesía tanto como el profesor “Cuchufleta” Varela. Pues nací en el barrio San Nicolás, en la Iglesia de San Nicolás me bautizaron, en la escuela San Nicolás hice la primaria, en el parque San Nicolás tuve mis primeras peleas y en el teatro San Nicolás vi las primeras películas mexicanas, que se filmaron aquí en Durango. Me duele no estar hoy celebrando con patota tan compacta de adolescentes setentones el momento solemne en que nos desprendimos de nuestro claustro consagrado a la santa con barbas, Liberata, mandada a crucificar por su padre, para salir a enfrentar la vida llenos de bríos. Recibieron ustedes el diploma mientras que yo me contentaba con redactar mi poema, que me acarrearía más tarde el diploma de bachiller honoris causa. En tal forma, mientras ustedes escogieron profesiones liberales y conservadoras en las cuales han logrado triunfos y honores, a mí me correspondió asumir la poesía como tabla de salvación que me mantuvo a flote en los tiempos de vendavales y tifones y con mayor razón ahora cuando el peso de los años hace que seamos más leves para sobreaguar.Cada uno de ustedes fue un maestro en la estructura de mi carácter y mis recursos, pues uno aprende tanto de la observación de su compañero como de las sabias o cuestionables lecciones del profesor. Ya saben que no figuran en el pensum las clases de billar de tres bandas en el Alameda, ni de tirar paso en el Picapiedra, ni de inspirarse mediante la comunicación inhalada de la madre naturaleza, ni de cómo levantarse a una chica joven o vieja. Eso sólo se aprende por la imitación de quien supo hacerlo primero. De modo que quiero manifestarles a cada uno de ustedes mi gratitud y satisfacción por lo que me aportaron durante esos años tan bellos en que se tira línea, se tira piedra, se tira paso o simplemente se tira... arrebato, como hacía Amparo. Porque piedra fue lo que tiramos a partir de ese 10 de mayo en que tumbamos al tirano y que mereció que la sociedad aplicara al claustro el mote de Santa Pedrada, que en este caso tanto la honra. Cada promoción es un nuevo corazón del colegio y creo que la nuestra ha sido la más palpitante. Por algo estamos de nuevo reunidos después medio siglo y un lustro celebrando con alegría y añoranza el privilegio de haber sido educados gracias a mi general Santander. A todos los profes de entonces, “estén donde estén, menos en sus tumbas, y en particular a nuestro actual y querido rector Ramón Ignacio Atehortúa, va el múltiple y sempiterno abrazo de gratitud por todas sus bondades y por la dignificación que se ha hecho de mi persona y de mi obra literaria en los anales del claustro. A más del cartón, de la placa de Ilustre Egresado, se agrega ahora que el Auditorio de Colegio, que será una especie de Centro de Convenciones para uso de la ciudad, lleve el nombre vuestro condiscípulo el aplazado, Arbeláez Jotamario. Hermanos, reciban todo mi amor, que no es poco, porque me hice todo corazón en Santa Librada. Y llévenme del primer brindis, y hasta el último sorbo de vida.   

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