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Selene de Lili Blue

Ahora que el mundo griego se derrumba sobre sus ruinas, es necesario...

3 de marzo de 2015 Por: Jotamario Arbeláez

Ahora que el mundo griego se derrumba sobre sus ruinas, es necesario valorar que nuestro planeta está cimentado por la cultura griega, su filosofía, su arte, su teatro, su poesía. Ah, su poesía, de Homero a Ritzos, Seferis, Elytis, Kavafis. La poesía no nació en Grecia, pues bien sabido es que nació en todas partes, casi podría decirse que a partir del poderoso verso fiat lux. Por algo se pelea, con la prostitución, el ser la profesión más antigua del mundo.La mujer que se reviste de poesía, cuando además de mujer resuelta resulta poeta, puede andar por estas calles del mundo sin que nadie la calle. Es la voz de Casandra, que por más verdades y por más bellamente que las diga nadie le cree, aunque de todas maneras las oye. Pues a los poetas no hay que creerles. Según el Zarathustra de Nietzsche, que también lo era, mienten demasiado. Ello porque las feas verdades sólo se contrarrestan con bellas mentiras, refrendadas por el amor y por la ternura.Por los años sesenta, cuando todos los jóvenes hacían poesía -menos vital que desencantada pues se imponía el existencialismo y la guerra fría nos tenía colgada como lámpara del cielo la bomba atómica-, los chicas mantenían bajo sus sobacos sin afeitar tomos de Silvia Plath, Emily Dickinson o Alejandra Pizarnik, pero nunca de Safo de Mitilene. Pensábamos los poetas por esos tiempos que con nuestra obra íbamos a cambiar el mundo, los sistemas, las emociones, las relaciones e incluso la poesía. Ilusos. Si el mundo cambió fue para peor, pero la poesía permanece.Liliana Olarte, Lili Blue, resulta un caso especial en la poesía colombiana, es una sirena en mares mediterráneos tras las huellas de Safo y de tantos viajeros hacia el interior del ser y el exterior de la tierra. Es una amante del amor y de la palabra que se desplaza por los ámbitos del mito. Es la suya una poesía bañada por los vientos que habita el duende. La magia mueve sus dedos amoratados de tinta sobre el papel que le brindan el algodón, la piña y el coco. Todo es sensualidad en su discurrir por la página que es la vida que hacen sus sueños.Sale Lili Blue, Liliana Olarte, con su libro Selene bajo el bien afeitado y perfumado sobaco a aventurar por el ancho mundo, tan diverso en sus paisajes como tan parecido en sus emociones. Con una poesía clara y límpida, familiar y ceremonial, confesional y sugestiva, referente en gran parte a sus viajes en pos de la mítica Safo. El título Selene refiere a la diosa luna, por cuyo amor el pastor Endimión pidió dormir con los ojos abiertos para contemplarla pasar durante toda la noche, y se lo concedió Hipnos, que como enamorado del pastor no le podía negar nada. Nunca será anticuado acudir a las mitologías para cargar las plumas de inspiración.Ella, que es la sonrisa del amor rediviva, con sus poemas no se propone cambiar nada. Sólo rendir tributo a la famosa Safo, y no propiamente a su más conocido atributo -recordar que Safo se suicidó lanzándose al mar por no ser correspondido su amor por el bello Faón, quien también traía loca a la misma Afrodita-. Lili se detiene más en su búsqueda de unir en el amor a lo terrenal con lo divino. Y lo hace además para sacar a flote sus obsesiones, sus pasiones, sus emociones, para quien quiera compartirlas en la lectura, como ha sido casi siempre la labor de la poesía exenta de abombadas pretensiones. Y con la noble intención también de dejar constancia de gratitud a todas las personas que la acompañaron en el periplo de la existencia que le fue dada.Liliana ha pasado por el mundo siendo musa de artistas y para no ser su propia musa acudió a Safo de Mitilene, de quien se perdió casi toda su obra poética. Pero nos queda su ejemplo, que ha trascendido y que ahora se expresa en la voz de una de sus más fervorosas adoradoras.

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