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De nuevo se acaba el mundo

Estamos de nuevo ante una amenaza de fin del mundo. Se cierran los bares y los prostíbulos, los clubes y los restaurantes, las bibliotecas y las salas de conciertos

16 de marzo de 2020 Por: Jotamario Arbeláez

Desde joven pensé que iba a vivir menos años de los que merecía y como quien no quiso la cosa ya los he superado con amplitud, aunque no sé con cuánto merecimiento. Lo que nunca pensé fue que el mundo me fuera a anteceder en el acabose. Con toda seguridad por intervención del hombre, del científico siniestro, capaz de crear en el laboratorio el virus que barra la vida. Y no crean que estoy mamando gallo en este momento, ad portas de ser abuelo.

Me remonto a las épocas de la Guerra Fría, que en nuestros manifiestos titulábamos ‘la guerra bien helada’. Temíamos que el mundo se acabara de un momento a otro por causa de que por error de una de las potencias se activara el disparador de la bomba de hidrógeno que acabaría con el medio mundo del enemigo, que simultáneamente dispararía la propia para acabar con el medio restante. Pero no faltó el sabihondo que alegaba que el peligro consistiría más bien en “la bomba bacteriológica”. Y nos cayó la guerra viral. Inventada en el laboratorio, como muchos sospechábamos. Desatando una guerra sucia de informaciones. Que algunos han aprovechado para acentuar la polémica política, hablando de cortinas de humo, otros que se trata de aniquilar el poder de la China, el dragón dormido que se levanta, sobre las potencias occidentales.

Entre esas informaciones me ha llegado una bastante inquietante, que asumí como verídica y rigurosa hasta que señaló como responsables a los laboratorios Johnson y Johnson y a Bill Gates. Transcribo algunos fragmentos:

“El virus fue creado en los laboratorios de bioinformática de la empresa Pirbrigtht Insitute en 2014. Los inventores o científicos que patentaron el virus son: Erika Bickerton, Sara Keeb, Paul Britton. Existe un registro en la Oficina de Patentes de Estados Unidos… que hace el registro de la propiedad y el descubrimiento o invención del virus… Coronavirus es el mismo virus de Sacks, pero con mutaciones genéticas para hacerlo más fuerte y contagioso… La verdadera intención de estas empresas es generar el terrorismo con invención y mutaciones de virus que introducen en el ambiente y prueban en animales y humanos. La mejor manera de probar los virus es en poblaciones con alta densidad demográfica como lo están haciendo ahora en China. Johnson & Johnson se ha manifestado para buscar una nueva vacuna siendo que ellos mismos lo están esparciendo y están buscando financiamiento de los gobiernos mundiales para desarrollar esta vacuna… que ya la tienen. Y no los importa sacrificar vidas humanas… Si, escuchó bien. Bill Gates, el dueño de Microsoft… Este virus es un ataque más a la humanidad…”.

De ser verdad este informe merecerían estos científicos que la China los volviera chicuca inoculándoles el mismo virus. Eso sí es lo que se llama un crimen de lesa humanidad. Pero terminando este párrafo veo que por Facebook se acusa de falso el informe. Y al tiempo veo que Bill Gates ha renunciado a Microsoft y que los cubanos han inventado la vacuna contra el coronavirus.

Estamos de nuevo ante una amenaza de fin del mundo. Se cierran los bares y los prostíbulos, los clubes y los restaurantes, las bibliotecas y las salas de conciertos, se cancelan los espectáculos, y se manda a la gente a encerrarse en sus casas en cuarentena, como si todo el mundo tuviera casa y qué comer durante cuarenta días, o quince. Generando el hambre y la quiebra. Y ahí van sumando las bestias apocalípticas.

Uno de los primeros impulsos que tuve cuando me graduaron profeta por haber asumido la poesía visionaria, luego de haber leído el libro de San Juan de Patmos, fue el de la predicación pública del fin de los tiempos. Para ello me proveí de una pancarta que me confeccionaron los militantes sectarios que rezaba: “Arrepentíos. El final se acerca”. Que cambié por otra usada en la Edad Media, que ordenaba “A tirar, a tirar, que el mundo se va a acabar”. Es la que me apresto a blandir, para salir a recorrer las calles de la ciudad, tan pronto cumpla la cuarentena.

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