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Un mundo feliz…

La llamada sociedad de la información tiene toda la razón en destacar la enorme influencia y el gran desarrollo de las comunicaciones vía internet.

21 de mayo de 2017 Por: José Félix Escobar

En la semana pasada, varios países celebraron el Día Mundial de Internet. La llamada sociedad de la información tiene toda la razón en destacar la enorme influencia y el gran desarrollo de las comunicaciones vía internet.

Es difícil imaginar la rapidez con la que se ha producido esta expansión. El expresidente Bill Clinton dijo alguna vez que cuando se inició su mandato los conectados a Internet eran unos cuantos miles y que cuando finalizó su periodo presidencial, los conectados ya eran cientos de millones.

No existe un invento o descubrimiento más transformador de las vidas humanas que Internet. Algunas personas se dieron cuenta de este enorme potencial y son hoy los héroes del desarrollo y la expansión de Internet. El ingeniero mexicano Carlos Slim se asombra ante la nueva realidad: “Hoy en día la mayor escuela del mundo no tiene salones de clase, el mayor transportista no tiene coches propios, el mayor hotelero no tiene cuarto de hoteles y el mayor comercio no tiene tiendas”.

Todo está hoy a un clic de distancia. La enorme cantidad de información cultural a la cual se accede desde los computadores de los estudiantes, les permite obtener resultados de búsqueda que antes les tomaban horas, semanas o meses. Las transacciones financieras son cosa de segundos, más que de minutos. La detección de cupos en los vuelos de avión y de cuartos de hoteles se hace a cualquier hora del día o de la noche. El comercio electrónico ha convertido a firmas como Amazon o Alibaba en emporios de tamaño gigantesco.

Uno se pregunta: ¿No es esta una versión moderna del Mundo Feliz del que habló el escritor británico Aldous Huxley hace más de ochenta años? Por supuesto que sí. Por ello es difícil imaginar que existan seres humanos visceralmente enemigos de Internet. Pero allí están. Desde los violadores de correspondencia hasta los perseguidores de niños; desde las redes de los terroristas hasta los manipuladores de resultados electorales; desde los estafadores en gran escala hasta los que perturban la marcha normal de los países vecinos.

Hace unos días se produjo el acto de piratería cibernética más grande hasta ahora detectado. Unos delincuentes de la red encriptaron gran cantidad de información sensible y comenzaron a pedir un rescate por liberarla. De inmediato se pensó en que los piratas eran de Corea del Norte. Como antecedente, hace unos meses empresas japonesas notaron interferencias extrañas provenientes del país Kim Jong–un.

¿Cómo es posible que esto suceda? ¿Por qué razón algunos tratan de destruir la sociedad mundial de la información? Es el lado sombrío de los seres humanos. El cineasta Oliver Stone dice que la agresión esta en nuestros genes. El mal existe. Mario Vargas Llosa dice al respecto: “El mal, es decir, el odio y la estupidez”.

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Se informa que en la capital y sus alrededores hay 600.000 viviendas licenciadas, listas para comenzar a ser construidas. Es válido preguntarse de donde van a salir los compradores de esta enorme cantidad de inmuebles. ¿Sabe alguien si grandes inversores privados nacionales o extranjeros tienen entre sus planes establecerse en la capital o en su zona adyacente para generar la demanda correspondiente a las 600.000 viviendas que se ofrecen? Desde luego que no. El único que sigue dispuesto a generar empleo burocrático en la capital es el Estado Colombiano.

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