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Resurrección

La llegada de Joe Biden al poder ha sido recibida con alivio general en Estados Unidos y en el mundo. Han retornado la decencia y el buen trato. Toda una resurrección.

24 de enero de 2021 Por: Vicky Perea García

El presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, casi con certeza no será recordado como un gran estadista, pues su afán de formar gobierno en España lo llevo a construir una coalición con extremistas y con partidarios de la disgregación nacional. La líbido del poder invadió a Sánchez y le hizo perder el sentido de las proporciones. Pero una frase de Pedro Sánchez es de antología: “En democracia, la forma hace parte del fondo”.

El sistema de pesos y contrapesos en que se fundamenta la democracia liberar exige un riguroso respeto a las formas. Las competencias entre las ramas del poder deben ser cuidadosamente observadas para evitar la invasión de unas autoridades en los campos propios de las otras. Es esencial también la observancia de los acuerdos, tratados, convenios y en general el respecto a la palabra empeñada.

Desde el principio de su mandato el magnate Donald Trump desconoció la regla esencial de la democracia: acatar las formas. Trump se empeñó en darles voz a los más energúmenos y recalcitrantes miembros blancos del partido Republicano, ninguno de los cuales practica la fe en la democracia, como se demostró en la vergonzosa invasión al Capitolio el 6 de enero pasado. Son gente que cree más en el poder de las armas que en el poder de los votos. Los republicanos de Estados Unidos tienen de ahora en adelante la labor ineludible de librarse de esa legión de fanáticos.

El mundo ha respirado tranquilo desde que el 20 de enero el señor Trump se alejó del poder en Estados Unidos. Fiel a su estilo, prepotente y descortés, Trump no tuvo la elegancia mínima de asistir a la posesión de su sucesor. Cuando se hace el balance de los cuatro años caóticos y llenos de sobresaltos del gobierno de Trump se revelan datos impresionantes de irrespeto a los acuerdos y desacato a las formas. El diario ‘La Vanguardia’ de España estima en nueve el número de tratados y acuerdos que fueron desconocidos unilateralmente por Trump. Otras fuentes agregan cuatro convenios más que Trump dejó en entredicho.

La llegada de Joe Biden al poder ha sido recibida con alivio general en Estados Unidos y en el mundo. Han retornado la decencia y el buen trato. Toda una resurrección. Las primeras medidas de Biden han consistido en enchufar de urgencia las conexiones que el despótico Trump le entregó deshechas. Los más importantes tratados como el de lucha contra el cambio climático firmado en París y el acuerdo para el uso pacífico de la energía nuclear suscrito con Irán, reviven.

Los Estados Unidos, no obstante ser la primera potencia del orbe, han aprendido que el mundo no puede vivir sin ellos pero que ellos tampoco pueden sobrevivir sin el mundo. La labor más urgente de Biden consiste sin duda alguna, en cerrar el frente interno que el extremismo de Trump abrió en su país. El lenguaje moderado y conciliador del presidente Biden ya comenzó el duro proceso de sanar las heridas.

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La irracionalidad de algunas medidas tomadas por los gobernantes irrita a la gente. Mientras las autoridades nacionales afirman que cuando menos el noventa por ciento de los contagios por covid se da en reuniones familiares y de pequeños grupos, algunas autoridades locales continúan cerrando centros comerciales y causando toda clase de perjuicios a los medianos y pequeños empresarios. Coherencia, por favor.

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