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Pruebas de esfuerzo

La presión que Santos Calderón viene aplicando para sacar adelante la paz con las Farc ha sometido también al régimen constitucional del país a continuas pruebas de esfuerzo

19 de noviembre de 2017 Por: José Félix Escobar

Desde comienzos del primer gobierno de Juan Manuel Santos se observó un cambio vertical en el concepto de autoridad y en el manejo de los asuntos del Estado. A los pocos meses de iniciado ese primer mandato decenas de tractomulas y camiones taponaron importantes vías del país en busca de una mejora en la tabla de fletes. El gobierno conminó a los parados a despejar las vías; pero los días fueron pasando y pasando y las autoridades nacionales terminaron negociando con los huelguistas. Puede decirse que allí en febrero de 2011, se marcó la huella del estilo de gobierno del presidente Santos Calderón.

A partir de entonces cada cierto tiempo los sectores más disímiles ejercen el derecho a la protesta, en ocasiones de manera violenta y causando toda clase de perjuicios. Recordando la manera en que el arzobispo Caballero y Góngora manejó la insurrección de los Comuneros, el gobierno actual da largas a las protestas para pactar finalmente una serie de promesas que no se pueden cumplir. Las instituciones se han visto sometidas a constantes pruebas de esfuerzo.

El paso del tiempo ha venido a revelar la razón de este zigzagueante modo de gobernar. Es que el Jefe del Estado siempre ha tenido una agenda propia en la cual la búsqueda del acuerdo de paz con las Farc ha ocupado el puesto preferencial. La presión que Santos Calderón viene aplicando para sacar adelante la paz con las Farc ha sometido también al régimen constitucional del país a continuas pruebas de esfuerzo.

Los defensores de la Constitución vienen advirtiendo sobre el peligro que trae para el país mantener al sistema constitucional sometido a un estrés permanente. Debería escucharse con más atención a Jaime Castro, Juan Manuel Charry o José Gregorio Hernández.

Pero la Constitución, como las aguas, volverá a encontrar su cauce normal. El paso de los políticos santistas por la vida constitucional de nuestro país ha tenido el efecto de un huracán. Quienes deben participar en las elecciones que se avecinan tienen que estar preparados para un gran reacomodo de todas las concesiones y gabelas que han obtenido los antiguos insurgentes. Todo porque el presidente Santos Calderón -viajero impenitente- recoge premios, colecciona distinciones y acepta doctorados honoris causa en el exterior mientras aquí la zozobra continúa.

Las últimas reacciones de los antiguos guerrilleros reflejan su poca adaptación a la vida democrática de un Estado de Derecho. Siempre se le dijo al presidente Santos que no presionara en el tiempo el logro de la paz. Los ciudadanos colombianos reconocemos que el desmonte de la insurgencia de las Farc ha sido un gran avance.

Pero hace falta un largo proceso de adaptación de quienes vivieron en la selva tanto tiempo. El desmonte de la guerrilla también significa sacar del monte a sus antiguos miembros.

Bastaría con que los antiguos insurgentes estudiaran el artículo 95 de la actual constitución, meditaran en cada uno de sus numerales e interiorizaran la esencia de los deberes de todo ciudadano. De esta forma aprenderían que el respeto y acatamiento a las decisiones judiciales, sean favorables o adversas, es de la esencia del Estado de Derecho al cual ellos se han propuesto volver.

Y por favor dejemos de insistir en que las Naciones Unidas y cuanta organización internacional existe entren a resolver nuestros problemas.

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