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Manejo de crisis

Las situaciones críticas reciben manejos diferentes por parte de quienes deben solucionarlas. Por cierto los estilos de enfrentar las crisis son muy variados.

5 de noviembre de 2017 Por: José Félix Escobar

Las situaciones críticas reciben manejos diferentes por parte de quienes deben solucionarlas. Por cierto los estilos de enfrentar las crisis son muy variados. La actual inestabilidad generada en Europa por el deseo irracional de algunos catalanes de separarse de España, ha recibido por lo menos dos manejos bien marcados: el de Mariano Rajoy que podría definirse como “no soy Borbón pero lo parezco” y el de rey Felipe VI que puede catalogarse como “soy Borbón pero no actúo como tal”.

Si alguna crisis fue engendrada durante largos años es la de Cataluña. Desde 2010 se comenzó a notar un marcado incremento en los postulados nacionalistas, incremento que se convirtió desde hace dos años en un franco enfrentamiento con el poder central español. Durante ese largo periodo de gestación el presidente Rajoy optó por cancelar el diálogo con los independentistas y se sentó a observar como el problema crecía. Es forzoso traer a colación el hecho de que los Borbones españoles tardaron cinco años en darse cuenta de que sus antiguas colonias americanas habían decidido emanciparse. Cuando decidieron reaccionar lo hicieron con mucha violencia y de manera infructuosa.

Contrasta la dubitación permanente de Rajoy con la verticalidad y rapidez del pronunciamiento del rey Felipe VI. Mucho antes de que el problema secesionista estallara, y rompiendo la vieja tradición monárquica que aleja al rey de las cosas cotidianas, Felipe VI se pronunció en un breve discurso en defensa de la unidad del Estado español, condenando de manera abierta las aventuras irresponsables de los rebeldes catalanes. No debe olvidarse que este Borbón fue formado en centros académicos de Canadá y Estados Unidos, países en los cuales la noción de Estado es muy fuerte.

El llamado Brexit representó para Gran Bretaña una grave crisis de la cual aún no ha salido. Las autoridades han optado por un estilo de manejo que podría denominarse “¿qué diablos hicimos?”. El gobierno de Thereza May trata por todos los medios de dilatar la llegada del rompimiento definitivo, confiando en un cambio de las mayorías internas o en una marcha atrás de la Unión Europea. Pero el monolito alemán personificado en Angela Merkel les ha dicho en reiteradas ocasiones que de la Unión Europea se sale una sola vez y de manera definitiva.

En ocasiones la crisis se torna inmanejable. Estamos pensando por supuesto, en el dramático y doloroso caso de nuestra vecina Venezuela. La pandilla que secuestró el Estado y su riqueza petrolera sigue dando palos de ciego. En la semana pasada y con ese ramplón estilo que le caracteriza, el dictador Maduro mostró como si fuera un trofeo un nuevo billete de cien mil bolívares, equivalente a unos pocos euros.
Simultáneamente elevó el salario mínimo tratando de paliar los devoradores efectos de la inflación. El estilo de maduro podría designarse como “yo soy el problema pero jamás lo reconoceré”.

Hay un manejo de las crisis que debe ser rechazado de manera contundente. Es el llamado estilo de “a sangre y fuego”. Así ha actuado el presidente sirio Bashar al-Asad. Un fiero déspota que no ha vacilado en masacrar a su pueblo llegando al extremo de utilizar armas químicas contra poblaciones civiles inermes. Otro caso de procedimientos bárbaros es el del presidente filipino Rodrigo Duterte, quien resolvió asesinar a miles de narcotraficantes y a los consumidores de drogas.

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