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Las coaliciones

La realidad nos demuestra que, salvo en los Estados Unidos los presidencialismos no autoritarios han dejado de apoyarse en el juego de dos grandes partidos para conseguir sustento en coaliciones.

21 de marzo de 2021 Por: José Félix Escobar

Puede afirmarse que en los modelos típicos el sistema presidencialista fomenta el bipartidismo y el régimen parlamentario se sustenta en coaliciones. La realidad nos demuestra que, salvo en los Estados Unidos los presidencialismos no autoritarios han dejado de apoyarse en el juego de dos grandes partidos para conseguir sustento en coaliciones.

Es llamativo el giro dado al sistema presidencialista en Argentina para que coexistan al frente del gobierno las dos grandes vertientes del peronismo. Hay una rama civilizada encarnada hoy por Alberto Fernández quién ocupa la presidencia, pero todos saben que la facción hirsuta de Cristina Fernández, hoy vicepresidenta, es la que aporta el grueso de los votos. Presidente y vicepresidenta pueden afirmar que cohabitan con el enemigo.

Nuestro país a partir de la Constitución de 1991 vio el declinar de las dos grandes colectividades, liberal y conservadora, para presenciar el nacimiento de nuevos partidos. Fueron en realidad desmembraciones del Partido Liberal y del Conservador motivadas por la crisis general de la representación y por el triunfo de la política de las ambiciones personales. Las colectividades de izquierda, fieles a su tendencia a la dispersión, solo actuaron unidas en torno al caótico líder Gustavo Petro.
Colombia se aproxima al año electoral 2022 y es preciso que nuestra nación se cuide de dar a luz a coaliciones monstruosas, como la que en su afán de gobernar conformó el líder socialista español Pedro Sánchez.
España es conducida hoy por un partido de centro-izquierda, el Psoe, coaligado con los comunistas de Unidas Podemos y con varias fuerzas políticas independentistas. La mezcla es casi explosiva. Mientras el Psoe trata de respetar los grandes lineamientos de la Constitución española de 1978, los comunistas de Unidas Podemos son abiertamente antimonárquicos y los independentistas procuran desmembrar el país.

La sin razón de este estilo de gobierno afloró en los recientes disturbios ocasionados sobre todo en Barcelona, tras la captura de un rapero anarquista. Después de más de una semana de manifestaciones destructivas se evidenció que la señora Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, les hacia el juego a los independentistas y se negaba a reprimir los disturbios, desoyendo las órdenes del gobierno central. Para sorpresa de todos, la destrucción se detuvo cuando unos protagonistas inesperados, los sindicatos de los cuerpos de Policía, anunciaron denuncias penales contra todos los revoltosos.

El parlamentarismo sigue dando ejemplos de coaliciones inentendibles. En Israel mandan conjuntamente dos grandes rivales políticos, Benjamín Netanyahu y Benny Gantz, quienes lograron un acuerdo para que el segundo sustituya al primero a finales del presente año. Hace algunos meses en Italia se rompió la coalición que formaron Conte y Salvini, la cual solo pudo gobernar 445 días puesto que sus postulados ideológicos eran antagónicos. Se demostró una vez más que la ultra derecha xenófoba de Matteo Salvini carece de vocación de poder pues prefiere la oposición.

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En buena hora se hundió el proyecto de extensión de los períodos, prohijado e impulsado por Gilberto Toro, presidente de la Federación Colombiana de Municipios. El señor Toro debería saber que en la democracia nadie es insustituible. Le llegó la hora de dar un paso al costado, tras 25 años en el cargo.

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