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Es en serio

La Amazonia es un patrimonio natural del mundo y en su conservación estamos interesados los siete mil quinientos millones de personas que habitamos el planeta.

25 de agosto de 2019 Por: Vicky Perea García

Desde hace varios años grandes zonas boscosas del estado de California arden en aparatosos incendios que cuesta mucho trabajo sofocar. En una de las últimas conflagraciones el presidente Donald Trump arremetió contra los pobladores diciendo que eran unos incompetentes y que buena parte de la responsabilidad se debía a ellos mismos.

Hace algunos meses Siberia comenzó a incendiarse. La inmensidad de esa zona boscosa permitió que durante algún tiempo el gobierno de Putin callara sobre la magnitud de la tragedia. Solo cuando las imágenes satelitales mostraron los estragos, el gobierno ruso comenzó a combatir los incendios, resultado que aún hoy no se ha logrado.

El caso más reciente es la oleada de fuego que se ha desatado en extensas zonas de la Amazonia, en jurisdicción de Brasil, Bolivia y Paraguay. El presidente del Brasil Jair Bolsonaro estuvo empeñado en minimizar la gravedad de la tragedia hasta que el G-7 y centenares de manifestantes en todo el mundo le dijeron, como a los demás gobernantes, que lo del calentamiento global es en serio.

No solamente es el fuego que arrasa la capa vegetal en regiones tan disímiles como Rusia, Estados Unidos o Brasil. Los deshielos asustan a los científicos. Grandes casquetes de agua helada se desprenden de la Antártida. Groenlandia, la siempre fría, ha visto modificar su clima; quizás por ello el ávido Donald Trump quiere comprar la gran isla. Uno de los glaciares emblemáticos de Islandia prácticamente desapareció.

La humanidad comienza a tomar conciencia sobre la magnitud y globalidad del problema. Aquí no valen proclamas de soberanía nacional como la que pretendió lanzar Bolsonaro. La Amazonia es un patrimonio natural del mundo y en su conservación estamos interesados los siete mil quinientos millones de personas que habitamos el planeta.

La serenidad en el análisis debe preceder a la formulación de soluciones. No hay ninguna duda sobre la incidencia de la combustión de materiales fósiles como fuente de energía, en el calentamiento global. Pero nuestra civilización ha llegado a un punto en el cual muchos de los derivados de esos hidrocarburos son imprescindibles. No pasa de ser una anécdota el viaje de dos semanas que la activista sueca Greta Thunberg está haciendo en velero a través del Atlántico hasta Nueva York para asistir a la Cumbre de la ONU sobre el Clima.

La verdad es que la humanidad no quiere retroceder en su deseo de disfrutar de los avances de la ciencia y de la técnica, como un viaje aéreo entre Londres y Nueva York. Este vuelo toma un poco más de siete horas, comparado con las dos semanas de la travesía de la adolescente sueca. Por supuesto que la combustión de los motores de una aeronave genera contaminación en la atmósfera. Pero hoy nadie está dispuesto a cambiar el avión por un velero, salvo Greta Thunberg y sus acompañantes.

Los colombianos no nos libramos de los constantes ataques contra la naturaleza. Hasta cercanías del Parque Nacional de Chiribiquete entre Caquetá y Guaviare, han llegado los actos depredadores de colonos sin escrúpulos y sin visión de futuro, dispuestos a sacrificar la selva para convertirla en potreros. Da lástima observar las tomas aéreas de los destrozos ambientales que la minería ilegal viene causando. A nuestros gobernantes también debemos decirles que la lucha contra esta depredación irracional, tiene que ser en serio.

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