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Desarrollo armónico

Poco a poco van decantándose los principios esenciales del gobierno moderno. La...

10 de enero de 2011 Por: José Félix Escobar

Poco a poco van decantándose los principios esenciales del gobierno moderno. La labor de los verdaderos líderes se traduce en la lucha constante contra dos tendencias sociales, ambas perniciosas, aunque sólidamente fundadas en las particularidades propias del cuerpo colectivo. En lo político, la lucha tiene como fin controlar las tentaciones absorbentes de los gobernantes, llámense Laurent Gbagbo (el presidente de Costa de Marfil que se niega a entregar el poder a su sucesor) o Hugo Chávez (el dictador venezolano que a cada rato se pasa por la faja esa pequeña constitución que esgrime en sus intervenciones públicas).Se ha dicho -y ya casi tiene valor de axioma- que el único sistema económico que realmente funciona es el capitalista. La triste alborada con la que Cuba recibió este 2011 es una confirmación más: el régimen castrista decidió lanzar a la calle a medio millón de empleados públicos e incitarlos de manera abierta a que se vuelvan emprendedores. La utopía marxista alimenta el espíritu de algunos, pero no sirve para satisfacer las necesidades de todos.Y dentro de los sistemas capitalistas, los que mejor funcionan son los altamente descentralizados. En lo económico, entonces, la lucha diaria tiene que darse contra las tentaciones concentradoras del poder en una o varias regiones. La concentración geográfica del poder económico es una tendencia natural de las sociedades, cuyos resultados a la larga nunca son buenos. Es preciso oponerse a las fuerzas concentradoras, si de verdad se tiene una visión de Estado.No es labor de los poderes centrales sentarse a presenciar cómo unas regiones devoran a las otras. De hecho, los ejemplos abundan en sentido contrario. Roma ha logrado ser el muro de contención entre el norte italiano, rico y avasallador, y el sur, de gran pobreza hace decenios, pero con importantes mejoras en los últimos años. En España, Madrid se ha convertido en el foco regulador de las poderosas periferias y en el abierto favorecedor de las regiones más pobres.Los 8 años de uribismo galopante alteraron en Colombia, en materia grave, los equilibrios regionales. Si se comparan los presupuestos de Bogotá y Medellín para 2003 y para 2011 se concluye que ambos se doblaron en ese lapso. Lo más preocupante es el desmedro constante de las cifras de Cali. Para 2011 el presupuesto de Bogotá es 10 veces superior al de Cali y el de Medellín es del doble. De las 4 grandes ciudades del país, la que presenta menor presupuesto por habitante es Cali: una tercera parte de las cifras de Bogotá.Nuestra Constitución exige el desarrollo armónico. Al poder central hay que plantearle esta anómala situación y formar entre todos, Gobierno y fuerzas productivas, un frente de acción efectiva. Cualquier ciudadano desearía que estas fueran las verdaderas preocupaciones de nuestros gobernantes locales, mucho más que las disputas entre músicos o la suerte de los equipos de fútbol…***Una buena pregunta: ¿Por qué el Valle del Cauca posee una extensa red de excelentes carreteras, mientras que en Cali la mayoría de las calles son una vergüenza?

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