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De carnaval

En varias partes del mundo se celebran carnavales: Río, Canarias, Venecia, New Orleans.

23 de febrero de 2020 Por: José Félix Escobar

En varias partes del mundo se celebran carnavales: Río, Canarias, Venecia, New Orleans. Aquí en Colombia el más famoso es el de Barranquilla, pero este año ha surgido el carnaval paralelo montado por la saltimbanqui barranquillera Aída Merlano. Las andanzas y maromas de esta prófuga han conectado rápidamente con el gusto local por lo morboso. Resulta difícil de creer que las palabras pronunciadas por la fugitiva Merlano desde Venezuela hayan sido tomadas en serio por nuestras más respetadas autoridades. A la señora Merlano tan solo se la debe repatriar para que aquí responda por sus incontables delitos.

También se colocaron los socialistas españoles y la líder chavista Delcy Rodríguez en modo carnaval. El pasado 20 de Enero arribó al aeropuerto de Barajas, en Madrid, la funcionaria venezolana en medio de un operativo plagado de disfraces y mentiras. Las autoridades españolas sabían que a la chavista Rodríguez se le tenía prohibido pisar suelo europeo por las violaciones del régimen de Maduro a los Derechos Humanos, pero ignoraron el veto y la recibieron en una sala del aeropuerto. El misterio y las mentiras han dado pábulo a varias versiones. Incluso se ha dicho que el destino final del vuelo era Turquía, donde se sospecha que se funde oro venezolano para evadir los embargos.

Esta época del año no podía ser pasada por alto por el rocambolesco expresidente Ernesto Samper, quién montó su propio carnaval de exculpaciones en las que muy pocos creen. Si algún capítulo triste de nuestra historia está suficientemente documentado, comprobado y aclarado, ese es el del cuatrienio de Ernesto Samper Pizano. Se sabe que llegó al poder con el jugoso patrocinio de muchos delincuentes; se conoce que por su indignidad hasta la visa norteamericana le fue cancelada; y se cuenta con la certeza de que está libre por razón de la absolución cocinada en el Congreso de la República.

Para sorpresa de muchos la política norteamericana ha pasado de ser un escenario serio y respetuoso a algo muy parecido a un carnaval. Por supuesto el impulsor principal del show es el presiente Trump por sus desaforadas imprudencias y por su pernicioso uso de Twitter. Los demócratas no se quedan atrás. Los debates entre los precandidatos son cada día más ligeros e insultantes. La reciente aparición del magnate Michael Bloomberg en la baraja de aspirantes produjo una dura reacción de la candidata Elizabeth Warren: “Este país no gana nada cambiando a un millonario arrogante por otro”.

La llegada de Nayib Bukele a la presidencia de El Salvador fue recibida con beneplácito y esperanza. Se trata de un líder joven e independiente, dispuesto a enfrentar los múltiples problemas de su país. Resulta inexplicable el espectáculo carnavalesco que montó hace un par de semanas el presidente Bukele: ordenó a los soldados ocupar el Congreso de la República armados hasta los dientes, exhibiendo sus fusiles de asalto, para presionar la aprobación de un empréstito. Nada menos democrático y civilizado que esta actitud.

¿Qué le sucedió a Bukele? ¿Fue un mal momento? Lo preocupante es que el verdadero Bukele hubiera aflorado como un Mr. Hyde parapetado tras el Dr. Jekyll. Caso en el cual es bueno traer a colación la frase de otro centroamericano, el panameño Rubén Blades: “La idea del poder marea. No corrompe: desenmascara. No sabes quién es quién hasta que tiene poder”.

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