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Cambio de modelo

Donald Trump ha enviado un mensaje a los cuatros vientos: Estados Unidos se prepara para un profundo cambio de modelo en la conducción de sus asuntos públicos.

13 de febrero de 2017 Por: José Félix Escobar

En los pocos días que lleva ejerciendo su cargo, el presidente norteamericano Donald Trump ha enviado un mensaje a los cuatros vientos: Estados Unidos se prepara para un profundo cambio de modelo en la conducción de sus asuntos públicos. No en vano la recia personalidad de Trump se ha hecho notar desde un principio con sus altas y sus bajas. Y no es extraño que Trump hubiera celebrado su toma de posesión bailando con su esposa la canción ‘a mi manera’.

Lo primero que se ha visto despedazado es el concepto tradicional de diplomacia. Trump se sitúa en los mínimos del protocolo y serán los miembros de su gabinete los que tratarán de enmendar las salidas de tono del gran jefe. ¿Cuándo un presidente de Estados Unidos le había colgado el teléfono a un primer ministro de Australia? ¿Cuándo fue la última vez que un jefe de Estado mexicano recibió un trato tan fuerte como el que se dio a Peña Nieto desde Washington?

Para Donald Trump los tratados y convenios internacionales son simples papeles, cuya observancia depende del buen o mal ánimo con el que el presidente amanezca.

Su idea fija, varias veces expresada, es que los países del mundo han sacado ventaja de los Estados Unidos en los tratados comerciales, y por ello toda relación futura será bilateral. De la cabeza de Trump nunca se escapa la certeza de que su país es la primera potencia en todos los órdenes y que en el tú a tú nadie lo vence.

Los Estados Unidos de Trump son una nación antiinmigrantes. Esta posición política recibió el apoyo de 62 millones de votantes y continúa obteniendo un sólido respaldo en la opinión. No hay duda de que el país del norte debe poner orden en sus fronteras. Se dice que 100 millones de habitantes en los Estados Unidos tienen algún problema de inmigración o de estadía. Se cree que 400.000 personas ingresan cada año como turistas a Estados Unidos y se quedan allá como ilegales.

La manera de aplicar esta política puede ser errónea, tal como se ha visto con el veto indiscriminado a los ciudadanos y refugiados de siete países de mayoría musulmana. Quebranta a todas luces las garantías constitucionales norteamericanas el hecho de generalizar la prohibición de ingreso con el pretexto de que así se defiende la seguridad nacional. De inmediato la oposición interna que enfrenta Trump (jueces de criterio independiente y gobernantes de estados dominados por los demócratas) se hizo sentir.

A sus 70 años Donald Trump difícilmente cambiará de estilo y de proceder. Ya ha podido verse que la familia Trump no distingue con claridad entre los asuntos públicos y los privados. La semana pasada muchos se quedaron sorprendidos cuando desde la Casa Blanca se hizo propaganda a una línea de ropa diseñada por Ivanka, la hija del Presidente. Un verdadero y drástico cambio de modelo en las costumbres políticas.

Lo preocupante es que la gran potencia norteamericana posee una enorme capacidad de liderazgo y de imposición de modas y costumbres. Este vuelco hacia un ejercicio autoritario del poder y la adopción de una abierta hostilidad a los inmigrantes, tienen a mucha gente alarmada por la inminencia de elecciones en países de la importancia de Francia y de Alemania. La ultraderechista Marine Le Pen lidera las encuestas de opinión en Francia mientras no se ve claro quién va a ser el sucesor de la ponderada y muy demócrata Angela Merkel en Alemania.

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