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Cambio de guardia

En este primer año los medios de comunicación se han ocupado del presidente Duque con más cercanía a la espectacularidad del impacto que a la prudencia del buen juicio.

11 de agosto de 2019 Por: Vicky Perea García

En el mes de Agosto Iván Duque Márquez cumplió 43 años de edad y completó su primer año de gobierno. Cualquier análisis serio debe partir de la consideración de que un hombre que apenas entra en su cuarta década de vida ha ajustado un año en el cargo de Presidente de Colombia. Lo ha hecho sin mayores estridencias, demostrando un talante componedor como hacía mucho tiempo no se veía. Quizás a la crispación que dejo sembrada el expresidente Santos un temperamento calmado no le viene bien.

En este primer año los medios de comunicación se han ocupado del presidente Duque con más cercanía a la espectacularidad del impacto que a la prudencia del buen juicio. Así, una revista internacional calificó al Primer Mandatario como “subpresidente” para presentarlo ante la opinión pública como un dependiente de los designios y la voluntad del expresidente Álvaro Uribe Vélez. No es afortunada esta presentación. Desde luego Uribe posee la influencia que le da su carácter de líder del partido al que pertenece el presidente Duque. Pero nada más.

Nuestro actual Presidente ha fijado unas pautas claras y precisas en el desarrollo de su mandato. En lo interno aceptó la realidad de la desmovilización de buena parte de las Farc, decisión que ha sido cuestionada por algunos sectores del partido de gobierno. Simultáneamente Duque ha hecho ver que los acuerdos de paz de Santos hacen agua por muchos rincones y que es preciso acomodarlos a los hechos reales.

El propósito presidencial de no fabricar mayorías parlamentarias a base de dádivas es de vieja data en el discurso de Iván Duque. Desde luego a los políticos profesionales esto no les ha caído nada bien y explica muchas de las críticas lanzadas contra el gobierno. En este primer año las relaciones de Duque y el Congreso no han sido pacíficas, porque cambiar las costumbres políticas puede tardar mucho tiempo. Los parlamentarios estaban acostumbrados a tratar a los ministros en términos políticos, pero el gabinete de Duque es a todas luces técnico.

Duque asumió un sólido liderazgo americano en contra de la vergonzosa dictadura de Nicolás Maduro. Lo ha hecho sin dorar la píldora porque ante los dictadores hay que ser fuertes. El apoyo al gobierno interino de Juan Guaido es total y será recordado en el futuro como un importante hito en la lucha democrática contra las tiranías. El grupo de Lima y los más de cincuenta países que respaldan a Guaido han recibido coordinación eficiente de parte del gobierno de Duque.

Hace poco un congreso de empresarios formuló críticas al gobierno de Iván Duque por no haber cortado cuentas con la problemática presidencia de Juan Manuel Santos. Fue un error del Presidente y lo ha pagado con creces. Cada día salen a relucir los desastres y chambonadas de la etapa Santos Calderón, que el buen talante de Duque aún se resiste a explotar como se debiera.

No hay duda sobre el hecho de que la irrupción de Iván Duque representa un cambio de guardia. Están apareciendo en el escenario político colombiano nuevas figuras con evidentes deseos de dirigir los destinos del país. Habrá que tener en cuenta al barranquillero Álex Char y al actual alcalde de Medellín Federico Gutiérrez. Competirán sin duda con Sergio Fajardo.
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La crisis constitucional de Puerto Rico se definió, óigase bien, en solo tres días. Cuando la Justicia quiere decidir prontamente, lo logra.

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