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Suena el pasodoble

Admiro profundamente a los enemigos de las corridas de toros por su tozudez en el combate para sacar de Colombia esa fiesta milenaria que heredamos de España.

25 de diciembre de 2019 Por: Jorge Restrepo Potes

Admiro profundamente a los enemigos de las corridas de toros por su tozudez en el combate para sacar de Colombia esa fiesta milenaria que heredamos de España y que hace las delicias de quienes, como yo, entendemos que allí, en la arena, se desarrolla un espectáculo artístico que encierra el sentimiento trágico hispano, del que hablara don Miguel de Unamuno.

Pero no solo admiro a los furiosos animalistas –deben cambiar ese feo adjetivo sustantivado pues no cala bien en tan conspicuas personas-. También siento por ellos un sentimiento de pesar pues me duele que se abstengan de ir a Ginebra cualquier domingo a degustar un sabroso sancocho de gallina pues a la cónyuge del gallo la despescuezan y la despluman en medio de los estertores de la muerte.

Tampoco gozan de un sápido viudo de pescado como el que sirven bajo el puente sobre el Magdalena en Flandes, pues al pobre bagre lo sacan del lecho del río con un grueso anzuelo que le destroza buena parte de la boca. Y menos una exquisita langosta pues al indefenso crustáceo la meten viva en una caldera de agua hirviente y muere moviendo las muelas en una macabra danza de agonía.

Los animalistas tampoco degustan un buen plato de fríjoles con hueso de marrano pues éste sale del cerdo que da un chillido digno de película de terror, cuando el matarife inserta su largo cuchillo en el cuello de su indefensa víctima.

Pero les molesta el sufrimiento del toro de lidia, que está en el mundo precisamente para ser lidiado y muerto en las arenas de las plazas. Esa especie no tiene otro fin que ese porque su carne no es óptima para consumir, ni las reses de las que nacen los toros dan buena leche. De no haber corridas de toros, esa especie desaparecería de la faz de la Tierra.

Los que vemos en Cali a los toros como espectáculo cultural nos alistamos desde hoy para asistir hasta el 31 de diciembre a las gradas de Cañaveralejo para apreciar a las grandes figuras de la tauromaquia que la empresa ha contratado para esta temporada.

Habrá esta tarde novillada con picadores para Gitanillo, Diego San Román y Juan Sebastián Hernández, con novillos de Alhama; mañana corrida goyesca, con toros de Ernesto Gutiérrez para Enrique Ponce, Paco Ureña y Juan de Castilla; el sábado, con toros de Ernesto González, festival Señor de los Cristales para Ponce, Castella, Ureña, Bolívar, Emilio de Justo y el mexicano Luis David Adame; el domingo, con ejemplares de Achury Viejo para El Cid, Emilio de Justo y Luis Castrillón; el 30, con reses del empresario Juan Bernardo Caicedo para Castella, Bolívar y Roca Rey; y concluye el 31 con concurso de toros de Fuentelapeña, Orbes, Paispamba, Salento, Ernesto González y Guachicono para Perlaza, Román Collado y Adame. El que quiera más, que le piquen caña.

Ojalá la afición caleña responda al esfuerzo que hace la empresa para brindar estos magníficos carteles, en los que no hay rellenos pues al lado de los curtidos diestros españoles y el mexicano, está lo mejor de nuestra tierra: toreros colombianos finos y con ganas de dar lo mejor de ellos con sus capotes, sus muletas y sus espadas.

Que se llene el albero de nuestra linda copa champañera que es la Plaza de Toros de Cañaveralejo. Que haya suerte, matadores; y que en las taquillas tengan que colgar el letrero de ‘no hay boletas’.

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