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Yo no sé si quienes votaron No en el plebiscito están...

13 de octubre de 2016 Por: Jorge Restrepo Potes

Yo no sé si quienes votaron No en el plebiscito están tan felices como los que votamos Sí, con el otorgamiento del premio Nobel de Paz al Presidente, porque contra él se montó una estrategia de odio que no tiene comparación con ninguna de las que he conocido en el turbulento pasado del país, en las que se cometieron todas las infamias imaginables. Pero esta contra el Sí -con Santos al fondo- fue la peor. Como sería de perversa que un alfil servil de Álvaro Uribe, el exsenador antioqueño Juan Carlos Vélez Uribe – “el Vélez de Uribe” como se leía en las vallas de su campaña -, fue capaz de conceder entrevista al diario La República en el que sin ninguna reticencia confesó -prueba reina- que él y sus compañeros promotores del No acudieron a toda suerte de falacias y propagandas sucias, que se lanzaban según el sector geográfico al que fueran dirigidas, con el increíble propósito de buscar la indignación popular que moviera a la gente a sufragar por el No. Qué vergüenza para nuestra democracia y para el país que, asombrado, se enteró de esa hazaña.Juan Manuel Santos es uno de los mejores presidentes que ha habido en Colombia: basta observar las obras de infraestructura que dota al sistema vial de óptimas carreteras; las mejoras en las operaciones portuarias para una mayor competitividad; el programa ‘Ser pilo paga’, que permite a la muchachada -ya hay 30.000- de escasos recursos acceder a las más reputadas universidades del país, todo incluido. En fin, su dedicación a cumplir bien las obligaciones de jefe de Estado en una nación tan difícil como la nuestra, con tanta gente hidrofóbica.En este proceso con las Farc, Santos demostró grandeza de espíritu. No era fácil lidiar a esos guerrilleros tan prepotentes que con cada declaración desde La Habana enturbiaban el ambiente y tenía que salir al quite Humberto de la Calle para aplacar el ánimo de sus compatriotas que recibíamos de mal grado lo que expresaban los negociadores guerrilleros.Cuando después del triunfo del No, el 2 de octubre, los colombianos -especialmente los jóvenes- juzgaron que ese resultado era gravísimo para el futuro del país, las calles y plazas fueron invadidas por quienes exigen que se alcance la paz ya. El expresidente Uribe vio que tenía alta cuota de responsabilidad y por eso pidió la cita con Santos y de allí surgieron las comisiones que ojalá en corto tiempo ajusten lo que sea posible ajustar en el Acuerdo.Espero que los delegados designados por Uribe y Pastrana tengan la suficiente inteligencia para entender que a las Farc, que suscribieron con el Gobierno un pacto logrado luego de seis años de conversaciones, no se les puede proponer ahora que sus comandantes vayan a la cárcel, y negarles toda posibilidad de intervenir en las justas electorales.El presidente Santos, con el merecido premio Nobel de Paz en sus manos -lo recibirá el 10 de diciembre-, cuenta hoy con un respaldo inmenso, no sólo de la comunidad internacional sino de los colombianos que anhelamos la paz con las Farc, con el ELN, con Álvaro Uribe, con Andrés Pastrana y con todos los que crean que se puede convivir con quienes piensan diferente.Lo urgente es finalizar el proceso porque el cese al fuego no puede ser indefinido, y las Farc necesitan saber cuál va a ser su destino pues para ellas hay dos opciones, la paz negociada o la continuación de la guerra. Que el Dios de Colombia nos ilumine a todos.

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