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Mejor por el Congreso

William Calderón en su columna de El Nuevo Siglo propone que Santos...

7 de octubre de 2010 Por: Jorge Restrepo Potes

William Calderón en su columna de El Nuevo Siglo propone que Santos convoque, con autorización del Congreso, una Asamblea Nacional Constituyente, de no muchos integrantes y con dos o tres temas exclusivos. Uno de esos temas, en mi sentir el más importante, es el de la reforma a la Justicia, que algunos vemos de difícil tránsito en el Capitolio por los callos que pisaría, entre ellos la supresión del Consejo Superior de la Judicatura, ente inútil y costoso que se ha convertido en grave problema para las otras cortes, la Suprema, la Constitucional y el Consejo de Estado, pues como es un cuerpo en cuya conformación intervienen los parlamentarios, se vuelve nido de intereses políticos por su enorme capacidad dispensadora de puestos y por el manejo de altísimo presupuesto.Me pareció interesante la tesis planteada por Calderón, pero reflexionando llego a la conclusión de que cualquier cuerpo constituyente se desborda pues con esa proclividad nuestra de introducirle artículos e incisos a todo, se arma la discusión de si se trata de asamblea constitucional o constituyente para, cualquiera sea la terminología que adopte, transformarse en carruaje con caballo desbocado que no lo para nadie, y se da entonces a crear instituciones costosas y absurdas como fueron muchas de las que nacieron con la Carta Política de 1991, que era ‘el camino’, como la bautizó el entonces presidente César Gaviria, y acabó en un camino sí, pero de herradura, que nos llevó a cosas tan increíbles como el tal Consejo Superior de la Judicatura, la Defensoría del Pueblo y las regalías para los departamentos productores de hidrocarburos, que por poco quiebran la maltrecha economía colombiana.La ruta en el Congreso es menos peligrosa, desde luego haciendo valer el inmenso prestigio del que goza el presidente Santos y las mayorías de que dispone a través de la llamada Unidad Nacional. Si bien es cierto que los congresistas son díscolos y no todos piensan en los altos intereses nacionales sino en sus particulares feudos, un gobierno fuerte y sensato los pone en cintura y logra que pasen sus iniciativas.Hubo un caso que lo prueba. Yo estaba en la Cámara de Representantes cuando el Presidente Lleras Restrepo presentó su ambicioso proyecto de reforma constitucional. Cámara y Senado eran paritarias, es decir, integradas exclusivamente por liberales y conservadores que aparentemente eran aliados del Gobierno. También había unos pocos miembros del MRL, la disidencia de López, entonces en la oposición, y por eso la coalición de Gobierno tenía la mitad más uno de los votos. Pero resulta que uno de los fundamentos del Frente Nacional que se creó para tumbar a Rojas Pinilla, era que las decisiones de las corporaciones públicas debían tomarse, no por mayoría simple sino calificada, necesitándose entonces las dos terceras partes de los votos.Eso era imposible de lograr pues los conservadores alvaristas sumados a los liberales lopistas, torpedeaban las iniciativas oficiales, llegando al punto que en el último debate y casi al borde del hundimiento de la reforma, Carlos Lleras amenazó con su renuncia si fracasaba el proyecto. La reforma pasó, pero Lleras tuvo que tragarse el sapo de los auxilios parlamentarios que él quiso suprimir como fuente de corrupción.Creo que este Congreso de ahora es menos peligroso que meternos en la aventura de una constituyente. Que Santos se amarre los calzones y verá que el Capitolio le marcha.

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