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La temporada

Cuando los taurófilos de Cali hablamos de ‘la temporada’ no nos referimos...

26 de enero de 2017 Por: Jorge Restrepo Potes

Cuando los taurófilos de Cali hablamos de ‘la temporada’ no nos referimos a la de ballet o a la de ópera que presenta Cine Colombia, que trae a las pantallas locales lo mejor de esos géneros musicales vía satélite desde el Metropolitan de Nueva York o desde el Bolshoi de Moscú, verdaderas joyas que nos transportan a un mundo menos prosaico. No. Cuando los amantes de la fiesta brava hablamos de ‘la temporada’ hacemos alusión a la última de Cañaveralejo a finales de diciembre, que terminó con el más grande aguacero que registran los expertos en lluvia. Aquel 30 de diciembre se desgajó sobre la plaza de toros un verdadero diluvio, que no fue capaz de suspender la magnífica corrida de esa tarde en la que Sebastián Castella, Luis Bolívar y López Simón sacaron lo mejor de su repertorio para llevarse cada uno de ellos dos orejas para sus hojas de vida. Valió la pena la tremenda emparamada.No juzgo las temporadas taurinas por el número de orejas cortadas por los coletudos. En verdad, no recuerdo cuantas se cortaron en esta, ni en la pasada. Desde luego recuerdo la corrida del 1 de Enero de 1972 cuando Pepe Cáceres, Palomo Linares y Eloy Cavazos se alzaron con once apéndices. Apoteósico.No me importan los trofeos. Analizo las corridas y las miro por las emociones negativas o positivas que produjeron en mi espíritu. Si me aburrí, la corrida fue mala. Si estuve contento, buena. En estas que acaban de darse en Cali, estuve feliz en casi todos los festejos pues en cada uno de ellos hubo algo para aplaudir, y si aparece un genio del toreo como Andrés Roca Rey pues basta y sobra para llegar alegre a casa, y decir ¡qué buena corrida¡ El lunar negro fue el vergonzoso encierro de Ernesto Gutiérrez. Roca Rey marcará época en el mundo del toro. En el último ejemplar de Paispamba lidiado por él en la tarde del 26 de diciembre los pocos espectadores vimos una nueva figura del toreo. Con veinte años apenas se para frente al toro como se paran los grandes de la tauromaquia que en el mundo han sido. No eran mejores que él ni Luis Miguel Dominguín ni Antonio Ordóñez, mi ídolo de hace sesenta años. Y no son mejores que él los de ahora, El Juli incluido. Qué temple, qué mando, qué ligazón en sus faenas. Ya tiene asegurado contrato para la próxima en nuestro coso.Ignoro el resultado económico de la temporada que se conocerá en la asamblea general de Plaza de Toros de Cali S.A., que se convocará de acuerdo con los estatutos y a la que asistiré con la acción que poseo. Creo que la afición falló pues hubo varias tardes con poco público y solo las del 29 y 30, seguramente por la presencia en la primera de Pablo Hermoso de Mendoza y de Sebastián Castella en la segunda, se registró incremento en la taquilla.Como aficionado, quisiera que uno de esos expertos en avizorar el porvenir me diga cuál será la vigencia de ese espectáculo pues lo que se observa es que la afición taurina ha descendido considerablemente, en buena parte debido a la campaña que contra las corridas se ha orquestado en muchos países en los que hay plazas. Y a la juventud le ha entrado el cuento de los detractores. En mi familia ya desertaron varios, y el cemento a la vista de los tendidos es muy diciente.Felicitaciones a Alfonso Otoya y a la junta directiva por insistir en la supervivencia de la fiesta. Sigan adelante que con ellos y en Cañaveralejo estaremos siempre los buenos aficionados.

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