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La derecha alborotada

El Partido Republicano gringo, especialmente en su derecha extrema –el Tea Party–,...

16 de septiembre de 2010 Por: Jorge Restrepo Potes

El Partido Republicano gringo, especialmente en su derecha extrema –el Tea Party–, una de cuyas líderes es la insoportable Sarah Palin, candidata que fue a la Vicepresidencia en la última elección, está salido de la ropa, pues no ha podido recuperarse del golpe de ver a un demócrata negro y, por si fuera poco, con nombre musulmán, instalado en la Casa Blanca, lo que para ellos es un contrasentido cromático.Por eso le ha montado una oposición al Presidente que ya pasa de la raya de lo que es permitido en política, porque Palin y sus secuaces acuden al dicterio, a la difamación, al racismo exacerbado y a la contumelia, con tal de desacreditar al Gobierno y en busca de triunfar en la elección parlamentaria de noviembre, en la que se renovará el 33% del Senado y la totalidad de la Cámara de Representantes.Obama se la ha jugado por sacar adelante su proyecto de hacer de la suya una sociedad más justa e igualitaria. Por eso logró convencer al Congreso de aprobar la reforma al régimen de salud para llevarla a toda la población y ahora mismo está dedicado a impulsar la ley migratoria para legalizar a tanto indocumentado extranjero que ingresó a Estados Unidos en busca de redención económica.Naturalmente, eso es vitando para la godarria norteamericana, que no se para en pelos para lograr sus cometidos, pues el mundo sabe los extremos a los que llega para imponer sus designios. Martin Luther King y John F. Kennedy pagaron con sus vidas su lealtad a la causa de la libertad, que ha sido la lucha perenne de los demócratas del mundo.En Colombia también está alborotada la derecha, que juraba que después de Uribe se prolongaría por los siglos de los siglos el régimen reaccionario que quiso imponer el ex presidente antioqueño, algo así como lo que pretendió el líder teutón cuando aseguraba que el imperio ario duraría mil años. Duró doce. Aquí, ocho.Algo se interpuso en la consolidación de ese perverso proyecto. Primero fue la derrota de Andrés Felipe Arias en la consulta conservadora, pues de no ser por Noemí Sanín, ahí lo tendríamos de jefe del Estado porque con él de candidato de la coalición uribista, Santos no se habría metido en la contienda.Triunfa Juan Manuel Santos y desde el primer día de su mandato empieza a marcar diferencia con el gran jefe de El Ubérrimo. Nombra un gabinete que levanta ampolla en el corazón de Uribe, con ese clavo tremendo que es Juan Camilo Restrepo. Y, para rematar, designa ministro del Interior y de Justicia a Germán Vargas Lleras, que es una especie de anticristo. Esa doble receta de caldo es imposible de digerir para los viudos del poder, que comienzan a poner palos en las ruedas de las locomotoras de la prosperidad democrática, que es la política alternativa de la seguridad democrática de Uribe.Por eso vemos a Juanito Lozano, con la nariz más mefistofélica, tullido de la rabia porque Santos encarga de la Presidencia a Germán Vargas durante su corto viaje a Brasil. Por eso vemos al conservador presidente de la Cámara anunciando oposición al otorgamiento de facultades al Gobierno para reformas urgentes. Y por eso vemos a Fernando Araújo despotricando contra la Ley de Víctimas y la Ley de Tierras.Yo le diría al presidente Santos que no se preocupe, porque así ha sido siempre la derecha extrema criolla. Así fue cuando López Pumarejo sacó adelante su programa reformista. López pasó a la historia. Nadie se acuerda de sus opositores.

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