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Jorge Herrera Barona

Yo que tengo memoria feliz, no recuerdo el momento preciso en el...

29 de septiembre de 2011 Por: Jorge Restrepo Potes

Yo que tengo memoria feliz, no recuerdo el momento preciso en el que Jorge Herrera Barona y este escriba se conocieron. No fue en el campo de la política pues a pesar de ser liberales, nunca hicimos campaña juntos, pero ambos fuimos condecorados con la más alta medalla que otorga el Partido, por “servicios a la causa”, con otros tres ilustres copartidarios, Soffy Arboleda de Vega, Álvaro Correa Holguín, Luis Fernando Cruz Gómez y Edgar Lenis Garrido.Tampoco fue en el escenario de los negocios pues nunca tuve vocación para ellos, y solo los vi hacer en el ejercicio de mi profesión de abogado.Ni en el campo deportivo pues mi única actividad allí ha sido la de asistir al estadio llevado de mi devoción por el América, y Herrera fue seguidor del Deportivo Cali.El hecho cierto es que en algún momento afortunado de mi vida resulté amigo de este hombre extraordinario, que fue desde sus mocedades un referente de la ciudad pues no hubo empresa cívica en la que no tuviera acciones privilegiadas.Leal miembro de su partido, el liberalismo contó siempre con él, especialmente cuando se trataba de recoger dinero para las campañas pues sabía a cuál puerta tocar y nadie le negaba el aporte. En su representación ocupó con magnifico desempeño la gobernación del Departamento del Valle, y por eso la presea con que lo distinguió la colectividad fue justa y merecida.Dirigente deportivo de alto coturno, intervino en muchas de sus actividades y con su tesón de arrecife logró Cali obtener la sede de los VI Juegos Deportivos Panamericanos de 1971, que fueron exitosos no sólo por las competencias sino también porque Cali pudo convertirse, con las obras que se ejecutaron, en una ciudad moderna, con un alcalde óptimo, Marino Renjifo, que fue mano derecha de Herrera para llevar a buen término el compromiso internacional.Hombre de empresa como pocos en Colombia, con una visión amplia del mundo de los negocios, logró consolidar un sólido capital que le permitió incursionar en asuntos mercantiles que posicionaron sus empresas entre las mejores de Colombia, pues todo lo que producen es de altísima calidad. Con don Joaquín Losada, su socio desde la juventud, creó Carrocerías Superior – hoy Fanalca -, cuyo logotipo aparece en muchos de los vehículos de transporte público que circulan en el país.Pero si en todo lo reseñado anteriormente Jorge Herrera destacaba como persona que sabía encontrar el camino del triunfo, donde más lo admiré era en su aspecto humano pues no es fácil hallar un ser más cálido y generoso, ni alguien que tenga un mejor concepto de la amistad, que él sabía expresar en los momentos de contento, pero más en los de dolor de sus amigos, cuando volcaba su corazón para acompañar a quienes sufrían una tragedia. Yo que sé lo que son los dolores del alma, siempre conté con la solidaridad y el afecto de Jorge, con su abrazo fuerte y su voz de aliento.En los momentos de alegría, era una dicha compartir con él pues manejaba un humor delicioso, y tenía el chispazo preciso para que sus contertulios soltaran la carcajada. Él y yo intercambiábamos chistes, y tengo anotados varios que son de antología.Me duele la muerte de Herrera Barona, pues fue alguien que ejerció a cabalidad la profesión de hombre y, como pocos, la rara especialidad de amigo. Yo que fui uno de los suyos, me inclino acongojado ante su tumba y pido a Dios que lo tenga a su lado.

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