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Incapaz

Así pues que a mi querido amigo no se le cumplirá el sueño de ver a Duque lanzando el grito de independencia. Se muere del susto de enfrentar no solo a su ‘presidente eterno’, sino a su batallón de fanáticos...

10 de julio de 2019 Por: Jorge Restrepo Potes

Es linda la inocencia después de la mayor edad. Tengo un amigo al que quiero y admiro, inteligente y liberal de pura cepa, que garantiza que Iván Duque ante ese catastrófico nivel de favorabilidad (28% según la última encuesta de Yanhass), se separará de Álvaro Uribe para poder gobernar de acuerdo con lo que le dicte su conciencia. Pone el ejemplo de Santos que se sacudió de Uribe y resistió a la furiosa oposición que le montó el iracundo líder de la extrema derecha.

No está ni tibio mi copartidario. Juan Manuel Santos Calderón tiene dos apellidos de rancios abolengos; sobrino nieto de presidente de la República; fue copropietario, columnista y codirector del más importante periódico de Colombia; designado a la Presidencia; ministro de Comercio Exterior, Hacienda y Defensa en los gobiernos de César Gaviria, Andrés Pastrana y Álvaro Uribe, en los que dejó su impronta de eficaz economista y recio combatiente de las Farc, a las que asestó los contundentes golpes que dieron de baja a ‘Raúl Reyes’, al ‘Mono Jojoy’ y a ‘Alfonso Cano’, y dirigió con éxito la Operación Jaque con la que se rescató a Ingrid Betancourt, a diez militares y a los tres contratistas gringos.

Entonces él, Juan Manuel Santos, con esa hoja de vida, pudo mandar a freír espárragos a su belicoso antecesor.

El presidente Duque no tiene ni la fuerza política ni la capacidad para separarse de Uribe, así este lo haga fracasar como gobernante, que es lo que está haciendo desde el día de la posesión cuando le escribió el incendiario discurso a su servil Ernesto Macías.

En aquella lluviosa tarde del 7 de agosto de 2018, Colombia vio estupefacta a su nuevo presidente, un hombre joven sin ninguna experiencia administrativa; sin el conocimiento de la dura realidad del país; sin saber cómo se maneja el Congreso. El país comprendió que diez millones de irresponsables habían entregado el poder a una persona incapaz de adelantar una buena gestión desde la Casa de Nariño.

Iván Duque fue llevado por Juan Manuel Santos a la Fundación Buen Gobierno, que lidera el expresidente. De allí, por recomendación de Santos, Luis Alberto Moreno, director del Banco Interamericano de Desarrollo, con sede en Washington, lo nombró director del área cultural de esa organización. En esas estaba cuando en un viaje que hizo Uribe siendo presidente a la capital de Estados Unidos, Duque le sirvió de guía para adelantar algunas gestiones que iba a cumplir el mandatario.

En 2014, Álvaro Uribe le propuso que aceptara ser incluido como candidato al Senado por la lista cerrada del Centro Democrático, garantizándole que llegaría al Capitolio con los votos uribistas, tal como en efecto sucedió, y en donde hizo lo que su jefe pretendía: oposición dura al gobierno de Santos.

En un simulacro de consulta interna, el Centro Democrático obedeció la orden del patrón, y escogió a Duque como candidato a la presidencia, y ahí lo tenemos, dando palos de ciego todos los días.

Así pues que a mi querido amigo no se le cumplirá el sueño de ver a Duque lanzando el grito de independencia. Se muere del susto de enfrentar no solo a su ‘presidente eterno’, sino a su batallón de fanáticos que lo siguen como los apóstoles a Jesucristo.

Iván Duque Márquez pasará a la historia patria como uno de los más mediocres presidentes del país. Desalojó a Andrés Pastrana del primer puesto, que ya es mucho decir. Lo grave es que faltan poco más de tres años de este gobierno errático.

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