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Grande, Colombia

El llanto inconsolable de mis nietos María Antonia, de 10 años, y...

10 de julio de 2014 Por: Jorge Restrepo Potes

El llanto inconsolable de mis nietos María Antonia, de 10 años, y Samuel de 9, cuando el español tramposo dio el pitazo que puso término al partido en el que fue derrotada la Selección Nacional por el equipo brasilero, me hizo ver en toda su dimensión la deuda inmensa que adquirimos los colombianos con los 23 jugadores y con José Néstor Pékerman, por haberle devuelto a un pueblo el concepto puro de patria, que está más cerca del soneto de Miguel Antonio Caro, que del uso descarado que a ese término le dio el personaje que más la ha ultrajado.Samuel y María Antonia sintieron desde el 13 de junio hasta el 4 de julio que pertenecen a un país llamado Colombia, en el que han visto, a pesar de su corta edad, que suceden cosas espantosas y que en la televisión observan todos los días hechos violentos en todo el territorio, y a veces pienso con preocupación que ellos, y todos los niños de su edad, han aprendido a vivir en ese medio violento que ahora vemos posible de superar si se llega a un acuerdo en La Habana, si es que resiste a las cargas de profundidad que recibe frecuentemente, como el mensaje inexplicable que Álvaro Uribe dirigió a los ex mandatarios reunidos con Santos en Cartagena en apoyo del proceso de paz y del proyecto de implantar en Colombia la Tercera Vía como estrategia política.Volviendo al partido Brasil – Colombia, creo que la sacamos barata con el 2 – 1 que es un marcador honroso pues el dueño de casa se ha alzado cinco veces con la Copa Mundial de Fútbol, y ha dado más estrellas que cualquier otro país de la Tierra, empezando por Pelé, que no tiene rival, así los argentinos aleguen que Maradona lo supera. Quienes tuvimos la fortuna de verlos jugar a ambos sabemos que Edson Arantes fue superior al 10 gaucho, no solo en la cancha sino en la vida privada.El profesor Pékerman hizo un trabajo impecable. Recibió unos excelentes futbolistas sin unidad en el gramado y los convirtió en un equipo a la altura de los mejores que puedan verse en cualquier lugar del mundo. Discrepo de la opinión de algunos periodistas pues sostengo que Falcao sí hizo falta porque su larga relación deportiva con James Rodríguez hubiese formado en Brasil una pareja demoledora pues no existe un asistente mejor que James ni un finalizador de pase como el samario, al que los arqueros le tienen terror. Se sintió su ausencia. Ojalá que el Real Madrid adquiera los pases de estos dos compatriotas.Colombia entera, desde el último rincón perdido en la selva amazónica hasta la Plaza de Bolívar en Bogotá, vibró de entusiasmo con lo que el equipo criollo hacía en los estadios del gigante país vecino. Se creó en esos 21 días un auténtico sentimiento patriótico, y los cuatro triunfos en línea, cuando derrotamos a Grecia, Costa de Marfil, Japón y Uruguay, e inclusive la tarde aciaga de la derrota, todos, desde el Presidente de la República hasta el más humilde labriego nos pusimos la camiseta amarilla para armar un inmenso equipo de 47 millones de jugadores.Porque todos saltábamos a las canchas tomados de las manos de nuestros atletas quienes, como los antiguos gladiadores, dejaron hasta el último aliento, no en las arenas de los circos romanos sino en los verdes prados de los hermosos estadios que la presidenta Dilma Rouseff se está viendo en apuros para pagarlos, y tiene la reelección en veremos.Grande, Colombia. Y que siga Pékerman para las competencias que vienen.

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