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Desde hace diez años, seis amigos nos reunimos todos los martes a...

11 de julio de 2013 Por: Jorge Restrepo Potes

Desde hace diez años, seis amigos nos reunimos todos los martes a jugar póquer en un salón que facilita un club de la ciudad, actividad que empata con “la mesa liberal” que en ese mismo sitio funciona desde hace más de cuarenta años, y de la que solamente Édgar Materón y yo somos sobrevivientes del grupo fundador. Siempre hemos sido doce comensales y vamos llenando las vacantes que deja la muerte, y una que otra deserción, cuando alguien resuelve abandonar el trapo rojo. Pero volvamos al póquer. En estos años de coger semanalmente las cartas, he aprendido a conocer los diversos juegos que pueden hacerse. Aparte del tradicional que se ve en los casinos, y que es el único que en ellos se da, con dos cartas en la mano y cinco en el verde tapete, que el “croupier” va levantando, primero dos juntas y luego tres, una por una, nosotros usamos diversas formas. La única mujer de la mesa es Soffy Arboleda y ella, de vez en cuando, inventa una nueva manera de jugar, como “después de la Q”, o una que aportó el fallecido Bernardo Martínez, “tutta la manerata”, que él bautizó así con un italiano abugueñado.Con ese conocimiento rudimentario que tengo del mejor juego de cartas inventado hasta hoy, debo decir que no están ni tibios quienes señalan a Juan Manuel Santos de ser avezado “pocarista”, unos para criticarlo y otros para ensalzarlo, dando a entender que actúa en política con la destreza de los que se observan en esos concursos que salen en la televisión, en los que apuestan millones de dólares.Están, quienes así piensan, lejos de la realidad del jefe del Estado. Ignoro si Santos es buen jugador de póquer, pero si lo fuera, nada tiene que ver su afición a las cartas con la forma como él sabe mover los hilos de la política, que en eso sí es maestro consumado.Sé que muy joven se propuso alcanzar la presidencia y desde entonces tomó en sus manos las cuerdas para buscar el más alto empleo de la Nación. Más que “pocarista”, creo que es hábil ajedrecista pues sabe mover las fichas para terminar dando jaque mate al rey y ganar la partida.Simplemente eso es lo que ha hecho para no dejarse ganar el pulso del furibundo ex presidente Uribe, que se la tiene “velada” – otra locución tulueña – desde el primer día de su gobierno, cuando Santos le notificó, de cuerpo presente, que el presidente es él y no su antecesor, que se mordía los labios de la rabia, y que ni las goticas homeopáticas han podido controlar.La última movida espectacular en los escaques del tablero fue designar a Germán Vargas Lleras y a Óscar Naranjo Trujillo como directores principales de la Fundación Buen Gobierno, que terminará siendo el cuartel general de la campaña reeleccionista. Y como no dijo que es candidato, tiene a Uribe “asomado” hasta noviembre, cuando manifieste si se lanza. Si lo dice ahora, el troglodita procurador le cae encima por participación en política cada vez que inaugure una obra, entregue una casa sin costo para el beneficiario, o use el avión presidencial para sus desplazamientos dentro o fuera de Colombia.Entre tanto, el efectivo lugarteniente Roy Barreras desbarata a la U, que ya no sabe qué camino tomar distinto del respaldo a Santos, los conservadores manifestando su apoyo al presidente, y Pastrana hablando pendejadas.

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