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El reincidente Gaviria

Gaviria le ofrece a su nuevo pupilo los dos millones de votos que el Partido puso en las urnas el 13 de marzo.

4 de mayo de 2022 Por: Jorge Restrepo Potes

César Gaviria es quien por más tiempo ha ejercido la dirección del Partido Liberal – hoy convertido en capillas de parlamentarios-, y lo controla a su antojo, irrespetando su tradición histórica.

He tenido con el expresidente encuentros y desencuentros. En 2005 voté por él en la convención roja que lo eligió presidente de la colectividad, y aplaudí luego su eficaz gestión para evitar la diáspora de senadores y representantes liberales hacia las toldas de Álvaro Uribe, cuando este era el sumo sacerdote, adorado por sus parciales. Y lo he criticado sin contemplaciones por actuaciones suyas perversas como fue la de llevar al partido a votar por Iván Duque, abanderado de todo lo opuesto a la ideología liberal.

En estos últimos 17 años, Gaviria ha sido el dueño de lo que algunos llaman Partido Liberal y que yo distingo como ‘gavirismo’. Ese dominio absoluto se debe a que en su condición de presidente del Partido otorga los avales a todos aquellos que pretenden llegar al Congreso, asambleas departamentales, concejos municipales, y a la misma presidencia de la República. Por eso las bancadas ‘gaviristas’ se mueven bajo sus órdenes, y el próximo 20 de julio contará con 14 senadores y 32 representantes a la Cámara.

Con esa fuerza parlamentaria, el apoyo de Gaviria se convirtió en foco de atracción del candidato de Uribe, alias Fico, que ya se considera presidente de este atribulado país, y como Uribe conoce las debilidades del pereirano, no vaciló en aconsejarle a su protegido que aceptara respetar ‘las líneas rojas’ que el expresidente exigiría a cambio de su respaldo electoral.

Naturalmente, alias Fico prometió acatar todas las exigencias de Gaviria: no al uso del glifosato que hasta la víspera afirmaba que aplicaría sobre los cultivos de coca; respetar el Acuerdo de Paz, cuando había dicho que era necesario revisarlo para lograr ‘paz con legalidad’, que es lo que Duque ha hecho para volverlo trizas. En fin, “pida lo que quiera papá, que yo se lo doy”.

Gaviria le ofrece a su nuevo pupilo los dos millones de votos que el Partido puso en las urnas el 13 de marzo. Yo que conozco el pensamiento de la gente liberal, juzgo que no habrá tal guarismo a favor del candidato de la derecha. No veo a los liberales votando por ‘el que dijo Uribe’. No vislumbro a los liberales que conocen la historia por haberla vivido, votando por alguien de ideas totalitarias como las que anidan en el cerebro de su otro mentor, el expresidente Uribe. No veo a la juventud liberal, a los intelectuales, a los académicos, a los que piensan que Colombia no puede quedar en manos de otro incompetente, sufragando el 29 de mayo por el exalcalde paisa.

A uno de mis profesores de derecho penal le escuché que la reincidencia es un fenómeno de perturbación social, que ocurre cuando una persona cae de nuevo en una conducta contraria a la ley, por lo que concluyo que Gaviria es un reincidente porque en 2018 ordenó votar por Iván Duque, y ahora pretende lo mismo con Federico Gutiérrez. No lo conseguirá pues aún quedan liberales que respetan los 154 años de la historia del Partido.

Todavía es tiempo para que los colombianos concluyan que la mejor opción presidencial está en Sergio Fajardo, que sería el presidente que una a los colombianos sin distingos de banderías, sin ánimo de retaliación contra nadie, con su mente brillante puesta al servicio de los altos intereses del país.

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