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El Oscar

Para los adictos al cine, la ceremonia de entrega de los premios...

3 de marzo de 2011 Por: Jorge Restrepo Potes

Para los adictos al cine, la ceremonia de entrega de los premios Oscar es como la Copa Mundo del Campeonato de Fútbol para los amantes de este deporte. Por eso, quienes atendemos ambas convocatorias, la del cine cada año y la del balompié cada cuatro, gozamos de lo lindo viendo los astros de estas competencias.El domingo último se montó en el Teatro Kodak de Los Ángeles el fastuoso espectáculo del Oscar con el que la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas, compuesta por 6.000 votantes, escoge, en diversos aspectos del cine, a los ganadores de cada categoría. Ahora ampliaron, con razón, a diez las nominadas a la categoría de mejor película, que es, en últimas, lo que mayormente interesa a la vasta audiencia. Y allí se dio lo que la crítica daba por descontado: que ‘El discurso del rey’, la película dirigida por Tom Hooper, es la mejor del año. Y estoy de acuerdo con el veredicto, pues de un tema elemental -el defecto de dicción de Jorge VI del Reino Unido-, el director logra realizar una estupenda película que en sus dos horas de duración capta la atención del público, interesado en saber si ese hombre apocado, a quien por un golpe del destino sentaron en el real trono del Imperio Británico, podía conducir a su pueblo en medio de la tragedia de la Segunda Guerra Mundial.Debo confesar que yo que tengo la obligación de conocer la historia inglesa porque llevo un White próximo enredado en mis ancestros, ignoraba que el buenazo de Jorge VI tuviese semejante defecto, que le impedía hilvanar tres palabras seguidas sin que una de ella quedara atrapada en sus cuerdas vocales. A Su Majestad se le pegaban los platinos, como decimos en Tuluá cuando hablamos de los tartamudos.Pues bien, la película es eso, simplemente la lucha de un hombre por superar el defecto que lo hacía inútil para convertirse en el gran conductor de su nación, en su hora más difícil, como la calificó Churchill. Con un profesor de dicción y apoyado por su mujer, la reina Isabel Bowes-Lyon, Jorge VI supo vencer el problema y pronunció el magnífico discurso con el que invitó a su gente a cerrar filas ante la amenaza de Hitler. Es bueno recordar que el rey y su familia no salieron de Inglaterra y aguantaron los bombardeos que noche tras noche lanzaba sobre Londres la aviación nazi.Si yo hubiera sido jurado, me habría visto en aprietos para emitir el voto pues había otras películas que merecían el mismo galardón. Allí estaba ‘Todos los niños están bien’, el tremendo drama de dos lesbianas, interpretadas por Annette Bening y Juliane Moore, que es la sublimación de la actuación. Allí estaba ‘Temple de acero’ en la que Jeff Bridges recrea el personaje con el que John Wayne obtuvo el Oscar en 1969. Allí estaba ‘Nido vacío’ con mi actriz favorita Nicole Kidman. Allí estaba ‘127 horas’ con un estupendo James Franco atrapado entre las rocas, que lo lleva a ampuntar su brazo derecho en medio de la angustia de los espectadores. Y, naturalmente, ‘Red social’, sobre el creador de Facebook.Por eso digo que la cosa no estuvo fácil para la Academia. Pero en esa reñida competencia la película británica fue la vencedora, con justo título.Gracias al cine por existir. Yo no entendería la vida sin mi programa predilecto que es sentarme en la intimidad de mi biblioteca y poner en el DVD una buena película. O ir a los teatros, que también es un plan estupendo, con palomitas de maíz incorporadas.

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