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China first now

A pesar de que el Covid-19 le ha asestado fuerte golpe a su economía, China se recuperará pronto y en poco tiempo se convertirá en la primera potencia mundial.

13 de mayo de 2020 Por: Jorge Restrepo Potes

A pesar de que el Covid-19 le ha asestado fuerte golpe a su economía, China se recuperará pronto y en poco tiempo se convertirá en la primera potencia mundial, con su sistema híbrido de capitalismo y dictadura de partido único dirigido por un líder, hoy Xi Jinping, al que nadie discute porque está investido de plenos poderes.

Luego del largo mandato de Mao, vinieron dos hombres providenciales, Zhou Enlai y Deng Xiaoping, que intuyeron que más de mil millones de chinos no podían sobrevivir con ese proyecto económico cerrado, y que de no cambiarse llegaría tremenda hambruna, e inteligentemente autorizaron la iniciativa privada y así fue emergiendo el gigante asiático que le habla de tú a tú al prepotente Donald Trump, que todos los días ve alejarse más la distancia que hay entre Washington y Pekín, medida en cifras de desarrollo.

En estos días topé con una entrevista de Jimmy Carter, mediocre presidente pero excelente expresidente de Estados Unidos, en la que sostuvo que la causa eficiente de la pérdida del poder ecuménico de su patria estaba en que después de haber sido el gran triunfador en la Segunda Guerra Mundial le dio por meterse abusivamente en conflictos bélicos a los que nadie lo había llamado a participar.

No se habían cerrado las heridas de las batallas que sostuvo con Alemania y Japón, que concluyeron en 1945, cuando le dio por enviar tropas a combatir en la península coreana dizque para proteger la democracia en el sur de esa paupérrima nación. En 1950 desplazó infantería, aviación y armada, y allá murieron miles de muchachos gringos. Hasta los lambones colombianos fuimos a dar allá y todavía quedan ‘veteranos’ del combate de Old Baldy dirigidos por el general Alberto Ruiz Novoa y el entonces capitán Álvaro Valencia Tovar.

En Vietnam, antigua Indochina francesa, había una larga guerra de ese pueblo semibárbaro con la metrópoli gala, que ni los heroicos mariscales de la guerra mundial pudieron ganarla. Y ahí les dio a los gringos por meter sus narices. Miles de jóvenes norteamericanos murieron, y fueron legión los que regresaron con endemias terribles y, sobretodo, adictos a las drogas, que los llevó a cometer infinidad de crímenes.

Y no contentos con tanta experiencia negativa, Washington resolvió apoyar las dictaduras de América Latina y todos esos criminales centroamericanos fueron sostenidos con sus dólares, y donde no los había, los montaban, como los casos aberrantes de Guatemala y Chile. En este último, la CIA, por orden de Henry Kissinger, secretario de Estdo, fraguó el golpe contra el gobierno legítimo de Salvador Allende, para instalar en La Moneda al perverso Pinochet.

Según estudios serios, en todas esas intervenciones espurias, el Tesoro norteamericano ha gastado 300 billones de dólares. Con esa plata, hoy Estados Unidos podría contar con el más sofisticado sistema de salud para atender tragedias como esta que le causa el coronavirus y podría subsidiar a millones de norteamericanos que hoy padecen pobreza extrema. Podría ayudar a países pobres, que no tienen cómo salir del subdesarrollo.

Por eso China avanza como un felino cauteloso, llegando con sus potentes arcas a esos países del mundo que le abren sus puertas. Por eso China puede decir que antes de que cante el gallo será la primera potencia mundial. No hay duda de eso.

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