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Así es el Alcalde

Es imposible admitir que las 263.825 personas que votaron a Maurice Armitage para alcalde de Cali creyeran que estaban eligiendo una réplica tropical de Fiorello La Guardia o de Rudy Giuliani, icónicos alcaldes de Nueva York.

20 de julio de 2017 Por: Jorge Restrepo Potes

Es imposible admitir que las 263.825 personas que votaron a Maurice Armitage para alcalde de Cali creyeran que estaban eligiendo una réplica tropical de Fiorello La Guardia o de Rudy Giuliani, icónicos alcaldes de Nueva York, cargo al que accedió el primero en 1933, y el segundo en 1994, en cuyos mandatos la gigantesca urbe tuvo excelentes administraciones. A La Guardia le tocó capotear La Gran Depresión y a Giuliani, la tragedia de Las Torres Gemelas. En ambos eventos dieron muestra de sus cualidades de líderes.

Quienes sufragaron por Armitage sabían que su apellido inglés nada tenía que ver con los italianos de los neoyorquinos, y sólo estaban ciertos de que al CAM llegaría un empresario exitoso, sin experiencia política de ninguna clase. Los que ahora pretenden revocarle el mandato, cometen una insensatez y exhiben una falta absoluta de sindéresis porque no es de recibo ninguno de los argumentos para sacarlo del puesto al que lo llevaron en las elecciones de 2015.

Conozco a Maurice Armitage hace muchos años, y sin haber tenido amistad íntima, sí me considero su amigo, y creo, por las veces que hemos sostenido cordiales charlas, que es un hombre íntegro que dice lo que piensa y actúa en consecuencia. Desde luego, juzgo políticamente incorrectas algunas de las cosas que dice, pero resulta que él es así y no va a cambiar de conducta ni con la intervención del Papa Francisco.

No voté por Armitage porque mi partido tenía candidato y yo sigo al pie de la letra las instrucciones liberales. Pero me siento bien gobernado, y le harían tremendo mal a Cali con la pretendida revocatoria, que de darse, no lograría los votos suficientes y costaría al erario una bulla de plata.

No pretendo hacer comparaciones porque una cosa es manejar un pueblo de 100 mil habitantes, que estimo eran los de Tuluá cuando desempeñé la Alcaldía Municipal, y otra dirigir una ciudad de casi 3 millones. Pero, guardadas proporciones, los problemas son similares, y siempre existe la gran muralla del presupuesto que, por lo general, es insuficiente para atender los requerimientos de la gente, y ahí no cabe que el Alcalde quiera hacer todo pues todo no lo puede hacer. “Es la economía, estúpido”, como le gritó Bill Clinton al presidente Bush en 1992, cuando aquel ganó la presidencia gringa.

Es posible que a Armitage le haya hecho falta tener en el gabinete una estrella como la que tuvo Rodrigo Guerrero en Alberto Hadad, quien como secretario de Tránsito le mostraba a la ciudadanía que el tremendo lío de movilidad se estaba arreglando y uno veía al funcionario en todas partes dirigiendo los operativos y pintando los ominosos círculos blancos con la ‘P’ cruzada al centro, que se convirtieron en señal que había un timonel en el comando de la nave. Se fue Hadad y los caleños sintieron su ausencia.

Cali es azotada por infinidad de problemas, empezando por la marea humana que llega a causa del desplazamiento o en busca de trabajo. Y resulta que aquí “no hay cama para tanta gente”, ni vías para tantos carros y motos.

Pienso que debemos respaldar al Alcalde, así a algunos les parezca que le sobran lágrimas y le falta discurso. Tiene todavía dos largos años de mandato y hay que bajarle intensidad a las críticas. No es La Guardia ni Giuliani: es Maurice Armitage, ciudadano de buena voluntad que desea lo mejor para Cali. Ayudemos para que lo logre y no le metan tanta carga de eso que está de moda que es el odio.

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