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Lección para dictadores

La revolución en Túnez, que puso fin a los 23 años de...

30 de enero de 2011 Por: Jorge Ramos

La revolución en Túnez, que puso fin a los 23 años de gobierno de Zune El-Abidine Ben Ali, ha enviado un claro mensaje a otros líderes autoritarios del resto del mundo: un dictador ha caído; tarde o temprano otros caerán. Es comprensible que regímenes autoritarios desde Beijing hasta La Habana y Caracas experimenten inquietud y ansiedad a raíz de la explosión de las protestas en Túnez. Los dictadores funcionan en un estado de paranoia, temerosos siempre de que ellos puedan ser los siguientes en ser derrocados. Ben Ali conquistó el poder en Túnez con un golpe incruento en 1987. La Nación había soportado más de dos décadas bajo un régimen autocrático antes de que motines callejeros empezaran a finales de diciembre de 2010. El 14 de enero, después de que la violencia se extendió en la capital, también llamada Túnez, Ben Ali y su familia huyeron a Arabia Saudita. Fue el primer líder árabe derrocado en tiempos modernos por revueltas populares, y el uso de Facebook y Twitter contribuyó significativamente a su caída. Esto no es una exageración. La mayoría de los medios de comunicación de Túnez, sometidos a una fuerte presión gubernamental, evitaron los reportajes relevantes acerca de las protestas contra la dictadura. Así que fueron las redes sociales de Internet -con el mensaje “Ben Ali, Fuera”- las que transmitían información y permitían la comunicación entre los ciudadanos, convocando a protestas masivas a lo largo de la principal arteria de la capital tunecina. El resultado fue el fin de la dictadura. La pregunta ahora es: ¿Afectará esta revuelta sólo a Túnez, o se extenderá más allá de sus fronteras? “Estoy seguro de que otros gobiernos árabes en el Medio Oriente observan muy nerviosamente lo que pasa en Túnez”, me dijo Michael Oren, embajador de Israel ante Estados Unidos. “En Israel creemos que es algo bueno... Esperamos que la democracia emerja a lo largo de todo el Medio Oriente; Israel ha sido la única democracia funcional en la región”. ¿Es posible que protestas como las de Túnez puedan ocurrir en las calles de Beijing, Caracas o La Habana? De hecho, no sólo es posible, sino probable. Las luchas actuales por las libertades individuales y el derecho a la libre expresión no están limitadas sólo al norte de África. Ningún hombre tiene el derecho de decidir el destino de millones, así se llame Hugo Chávez en Venezuela, Hu Jintao, en China, o Raúl Castro en Cuba. La victoria de Túnez contra la opresión ofrece evidencia de que esta idea se está extendiendo. Hugo Chávez cree que él es Venezuela. En un discurso ante la Asamblea Nacional, el 15 de enero, usó 489 veces la palabra “yo” Y en esa misma ocasión se refirió 52 veces a “Chávez” como si hablara de otra persona. Por supuesto, está equivocado. Chávez no es Venezuela y algún día el país seguirá adelante sin él. El lo sabe, y eso le provoca ansiedad. Obsesionado con controlar todo, recientemente Chávez sacó del aire una telenovela colombiana que tenía como protagonista un perro llamado ‘Huguito’. Increíble. Quizá el escritor colombiano premiado con el Nobel, Gabriel García Márquez, estaba en lo cierto cuando dijo que en América Latina no es necesario inventar nada porque tenemos suficiente con la realidad. Cuba tampoco es Fidel y Raúl Castro, aunque los hermanos piensen que sí. Y a estos dictadores no les agradan las críticas. Por eso sacaron del aire a CNN en Español. Pero los cubanos, un pueblo maravillosamente creativo, se las ha ingeniado para mantenerse conectados: algunos incluso ocultan sus antenas de TV dentro de tinacos y en las azoteas. Y pese a los esfuerzos del régimen por aislarla, la valerosa periodista Yoani Sánchez envía mensajes casi diarios al mundo exterior por su Twitter (@yoanisanchez), para informarnos acerca de la situación que se vive en su isla y su régimen represivo mediante actualizaciones en su blog (desdecuba.com/generaciony). China es, sin duda, la nueva súper potencia económica. Y el régimen de Hu Jintao, años después de las protestas en la Plaza Tiananmen, no puede descartar la posibilidad de una nueva revuelta. El 19 de enero, mientras el dictador cenaba en la Casa Blanca, el ganador del Premio Nobel de la Paz, el chino Liu Xiaobo, languidecía en una prisión, cumpliendo una condena de 11 años por sugerir que los líderes de su país acogieran la reforma democrática. ¿Cuánto tiempo más podrá China soportar la tiranía? ¿Cuánto tiempo más puede impedirse a 1.300 millones de chinos que demanden las libertades a las que tienen derecho? Yo creo absolutamente que el deseo de los ciudadanos comunes de justicia, democracia y libertad es mucho más poderoso que un montón de dictadores con puño de hierro protegidos por ejércitos, Tarde o temprano, ellos también caerán. Con la ayuda del Internet, la revolución es posible y el cambio se puede lograr. El ejemplo de Túnez debería ser una lección y una advertencia para los dictadores: nadie puede resistir la fuerza de una idea – o una imagen – que llega en el momento adecuado.