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El tiburón y yo

En el imaginario popular los seres humanos les tenemos miedo a los tiburones. Debería ser al revés. Por cada ser humano que ellos matan, nosotros asesinamos aproximadamente a 20 millones de tiburones.

21 de julio de 2019 Por: Vicky Perea García

Júpiter, Florida.- Primero la buena noticia: nadé junto a un tiburón y no pasó nada. Ahora, la mala: cada año matan alrededor de 100 millones de tiburones y, al hacerlo, está disminuyendo peligrosamente su población a nivel mundial.

El plan era muy sencillo. Queríamos hacer un reportaje sobre los mitos que dicen que los tiburones son seres violentos, y nuestra guía sería la activista Julie Andersen, quien ha dedicado los últimos 15 años de su vida a denunciar la caza de este magnífico y amenazado depredador marino. Julie, fundadora de la organización sin ánimo de lucro llamada Shark Angels, es una de las más efectivas agentes de relaciones públicas que podrían tener los tiburones. Hay que tratarlos con “respeto”, me dijo. No hay que tener miedo de ellos, aseguró: “No somos parte de su menú”.

Llegamos a la población costera de Júpiter, en el sur de la Florida -aproximadamente a una hora y media al norte de Miami- donde varias compañías llevan todos los días a turistas a nadar con tiburones. Es menos arriesgado de lo que parece. Si los tiburones se comieran a sus clientes, este negocio no hubiera sobrevivido por mucho tiempo.

Pero había un problema. La noche anterior a nuestro viaje hubo una poderosa tormenta que alejó a los inofensivos tiburones limón que íbamos a filmar para nuestro reportaje. Los buscamos un par de horas y no encontramos ninguno. Julie y yo nos fuimos a aguas más profundas a encontrar los tiburones que quedaban. La sangre de un pedazo de pescado fresco era la carnada perfecta.

Brinqué al agua con visor y aletas, y seguí a Julie. A pesar de las bondades que me había contado sobre los tiburones (“No te van a atacar”) y sus instrucciones (“No los toques”) tenía miedo de encontrarme, a solas, con un tiburón en pleno Océano Atlántico. Y tal y como había dicho Julie, a los pocos minutos apareció un tiburón. Venía del fondo, en dirección a la carnada que guardábamos dentro de una caja de plástico. Era un tiburón toro de 10 pies de largo (unos 3 metros) y, según recordaba de mi investigación, uno de los más peligrosos del mundo.

Me quedé casi paralizado, flotando en la superficie, pero sin perderle la vista al tiburón. En cambio Julie tomó una bocanada de aire, se sumergió sin esfuerzo y suavemente se acercó al tiburón. Los dos se reconocieron y, con cierta armonía, nadaron en círculos por unos segundos hasta que el animal gris oscuro desapareció.

Eso fue todo. Ya en el barco y sin nervios, agradecí el sol de la tarde y el brevísimo encuentro con el tiburón. (Aquí está el reportaje que filmamos: https://bit.ly/2xgHn24).

Pero me quedo con esto: los tiburones necesitan un cambio de imagen. La película ‘Jaws’ del 1975 hizo un daño terrible a la percepción pública de los tiburones, presentándolos como brutales asesinos que atacaban a la gente sin provocación. Esa distorsionada reputación se ha extendido por los exagerados reportes de las noticias locales cada vez que hay un incidente con un tiburón.

La realidad es muy distinta. En el 2018 solo cinco personas murieron en todo el mundo por ataques de tiburones, según el detallado reporte que realizó el Museo de Historia Natural de la Florida. Y únicamente se reportaron 66 ataques no provocados, una reducción ligera en comparación con otros años.

En cambio, los seres humanos matamos millones de tiburones cada año. ¿Por qué? En gran parte por sus aletas. En Asia existe la equivocada idea de que la sopa de aleta de tiburón tiene cualidades medicinales, da energía y puede, incluso, ayudar contra el cáncer. Todo falso. A pesar de eso, las aletas de tiburón se cotizan a cientos de dólares por libra.

La tragedia de los tiburones es gigantesca. El estudio más completo, realizado por el británico Journal of Marine Policy, sugiere que un promedio de 100 millones de tiburones son sacrificados por año como resultado de la pesca (aunque da un rango estimado de 63 millones a 273 millones de tiburones sacrificados anualmente). Desaparece entre 6,4% a 7,9% de todos los tiburones cada año, un porcentaje superior al de su capacidad de reproducción, un estimado de 4,9% anualmente. A este ritmo, nos vamos a quedar sin tiburones en menos de un siglo.

En el imaginario popular los seres humanos les tenemos miedo a los tiburones. Debería ser al revés. Por cada ser humano que ellos matan, nosotros asesinamos aproximadamente a 20 millones de tiburones. Los verdaderamente peligrosos somos nosotros.