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Sinodalidad, colegialidad, descentralización

Estas palabras llevan toda la fuerza de la transformación de la Iglesia, pues comportan en sí la verdadera conversión, no de las instituciones, sino de las personas que están al frente de ellas.

25 de septiembre de 2018 Por: Jorge Humberto Cadavid Pbro

El 13 de abril en este mismo espacio publicaba una columna de opinión que titulaba: ‘La última misión de Francisco’, y comentaba que después de los valiosos documentos en los cuales planteaba variados campos -economía, finanzas, administración, tribunales, derecho canónico, comunicaciones, sanidad, laicos, familia, vida- dejaba sentir la necesidad de la transparencia en las finanzas, la coherencia en la misión evangelizadora y en la actividad económica, la simplificación en los trámites, la eficacia de la comunicación, nulidades matrimoniales, pedofilia, protección de menores y migrantes.

Todo lo anterior enmarcado dentro de la sinodalidad, colegialidad y descentralización, ya que estas palabras llevan toda la fuerza de la transformación de la Iglesia, pues comportan en sí la verdadera conversión, no de las instituciones, sino de las personas que están al frente de ellas; y decía en esa columna, que para que el Papa concluyera su misión faltaba llegar a la reforma del nombramiento de los obispos, que es la cabeza de toda esta estructura y su transformación.

Hacer camino juntos, sinodalidad es un estilo propio de la naturaleza de la Iglesia; es ser corresponsable, participativa y en comunión, esto es lo que hace caminar juntos a laicos y a la jerarquía, que son el único pueblo de Dios y por ello su pastor debe oler a oveja, a pueblo, gastar los zapatos en caminar junto con todos, no ser diplomático, político ni administrador, es estar con; por eso el pastor conoce bien la voz de las ovejas, y las ovejas conocen la voz de su pastor.

La colegialidad es aquella que dio inicio en los doce apóstoles a la Iglesia, que con mucha dificultad iban entendiendo. A pesar de como escuchábamos el domingo XXV del ciclo B, en la misa, siempre entre los discípulos había la discusión de ocupar puestos, el poder, cosa que hoy en día se hace muy fuerte y visible.

Por eso el papa Francisco ha pedido que no olvidemos que ser pastor es servir, no es hacer carrerismo en la Iglesia, puesto que a ello es que nos han llevado estos XXI siglos de existencia en donde hemos escuchado que la lucha del poder hace partidos, divisiones, y como lo denunció él mismo, un lobby gay, el cual algunos muy versados vaticanistas afirman, se ha enquistado en la Iglesia junto con aquellos de las finanzas y el poder económico y de ahí las constantes afirmaciones del Santo Padre, que por “el bolsillo se entra el demonio”.

Además esta colegialidad está pensada y diseñada en el Concilio Vaticano II y fue una de las peticiones de los cardenales antes de la elección del sucesor de Benedicto XVI y a ello se debe la existencia del G9 (grupo de cardenales que estudian con el Papa estas reformas).

Descentralización, casi la vemos puesta en práctica desde el primer día de la elección del Papa, cuando decide vivir en la casa Santa Marta y no en los aposentos Vaticanos. Esa es la manera de asumir la idiosincrasia y cultura de las iglesias particulares y sus diferentes conferencias episcopales que se acercan más a sus pueblos y gentes que un centralismo, Vaticano, europeo y muy distante de las realidades particulares. Esta decisión del Sumo Pontífice ha hecho menos imperial el papado y mucho más democrática la participación.

Más allá del personaje que provoca hoy todo este reflexionar de la Iglesia hacia su interior, hay que agradecer que por la fuerza de los medios de comunicación se abrió lo que hacía XXI siglos se vino construyendo paralelamente en la Iglesia y que hoy abre la inteligibilidad al verdadero sentido de las reformas del papa Francisco y explica el sentido de la oposición que encuentra al cambio.