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Fuerza de los espiritual

Es constante la búsqueda de soluciones a este conflicto que ya lleva...

13 de mayo de 2013 Por: Jorge Humberto Cadavid Pbro

Es constante la búsqueda de soluciones a este conflicto que ya lleva casi cinco décadas. Belisario Betancur mantuvo conversaciones con las Farc, el M19 y la llamada Autodefensa Obrera (ADO) en 1984, durante su gobierno. Pero este proceso no concluyó, entre otras cosas, porque los máximos líderes de ese momento, Manuel Marulanda y Jacobo Arenas, no se incorporaron plenamente a la vida civil.A través de los diversos gobiernos: Betancur, Barco, Gaviria, Samper, Pastrana, Uribe y Santos; procesos abiertos en Caracas, México, España, Maguncia (Alemania), Oslo (Noruega) y en este momento La Habana (Cuba). Por parte del Estado colombiano, unos representantes muy variados: el consejero para la paz de Barco, Rafael Pardo Rueda, Horacio Serpa Uribe, acompañado del dirigente conservador Álvaro Leyva Durán; el facilitador alemán Werner Mauss, el alto comisionado Víctor G. Ricardo y su sucesor Camilo Gómez y Luis Carlos Restrepo.Mientras en el lado de la guerrilla se mantenía una línea dirigente en los tres movimientos mas permanentes: Farc, ELN, EPL, con Manuel Marulanda, Jacobo Arenas, Alfonso Cano, Iván Márquez, Raúl Reyes, Timoleón Jiménez, ‘Timochenko’, Andrés París, Rodrigo Granda, Pablo Catatumbo y Antonio García. Entre tanto, ahora se presentan como garantes del proceso gobiernos como los de Cuba y Venezuela que, mientras se muestran amigos del fin del conflicto, reciben, protegen, educan, apoyan y tienen como héroes a quienes son los enemigos de la paz.La experiencia vivida por el mayor Guillermo Javier Solórzano, una de tantas que llenan de dolor y sufrimiento a Colombia, pero narrada desde su reflexión como una gracia de Dios y un tiempo de purificación, nos hace pensar en la importancia de los valores transcendentes y sobretodo de la escucha y respeto por la voluntad de Dios de parte del ser humano, y en este contexto es que se entiende lo que dice: “Se han hecho muchas mesas de diálogo, pero ha sido un diálogo de sordos, estoy convencido que en este conflicto que está viviendo nuestro país no se ha desatado aún la poderosa fuerza de Dios. Entonces, comprendo que esta impotencia vivida por los secuestrados y sus familias y por el dolor de la Patria por ellos, puede ser una ocasión de oro para decirle de corazón a Dios que solo Él puede lograr lo que nosotros por nuestro lado con nuestro egoísmo no hemos conseguido” (pág. 124).