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El grito de la nueva política

Desde México, hasta Argentina, pasando por Colombia, se observa el dinamismo de inconformidad en una América Latina tremendamente diversa.

13 de noviembre de 2019 Por: Jorge Humberto Cadavid Pbro

Desde México, hasta Argentina, pasando por Colombia, se observa el dinamismo de inconformidad en una América Latina tremendamente diversa, socialmente vibrante, económicamente pujante y desigual; en ella se pueden observar cinco grandes retos que están invitando a una renovación de la gestión pública y del quehacer político, que necesariamente están hablando de un cambio en la figura del político y de los métodos hasta hoy usados en la acción política.

Las relaciones con Estados Unidos y con la Unión Europea, con Trump en la Casa Blanca, han hecho perder más aún la importancia del patio trasero de EE.UU., que éramos nosotros y a excepción de México, Cuba y Venezuela, hemos perdido la importancia y tenemos que mirar mejor nuestras relaciones con Europa y los países asiáticos.

Las elecciones del pasado 27 de octubre dejan claro la irrupción de nuevas formas políticas y nuevas personas que ya no dependen de los partidos tradicionales, y esto se repite en las naciones del continente, de tal manera que pierde fuerza la democracia participativa tradicional que hace pensar en una mirada diferente a esta forma de gobierno hasta hoy presente en nuestras naciones.

Hay un fenómeno especial para la observación, cual es la irrupción en el poder de las iglesias cristianas, protestantes, como el laicismo de tal manera que se traduce en la asunción al poder de presidentes pertenecientes a dichas denominaciones y a su vez se observa el aumento de la corrupción en la actividad pública, coincidiendo precisamente en el período de intervención política de las iglesias protestantes y cristianas.

La lucha contra la inseguridad y contra la desigualdad que tienen su base en el cada día, muchos más pobres y muy pocos que ostentan la riqueza; con el 8% de la población mundial, acaparamos el 33% de los asesinatos de todo el mundo, aunque hemos hecho un esfuerzo por reducir la pobreza y el hambre, seguimos siendo los más violentos y desiguales del planeta.

El último punto de reflexión nos lo hizo mucho más visible el pasado Sínodo de la Amazonía, al denunciar la sobreexplotación y uso insostenible de los recursos naturales; la contaminación del aire y del agua, la tierra; con la degradación, reducción y pérdida de la biodiversidad, donde no hemos sabido poner el equilibrio entre la economía, el desarrollo y la ecología, la custodia de la casa común.

Quiero decirles a los jóvenes que irrumpieron en la política las palabras del Santo Padre dirigidas a los participantes, jóvenes, en un curso de doctrina social en la Pontificia Comisión para América Latina: “No olvidemos que entrar en política, significa apostar por la amistad social”, pues solo de este modo esta actividad “colabora a que el pueblo se torne protagonista de su historia y así se evita que las llamadas ‘clases dirigentes’ crean que ellas son quienes pueden dirimir todo”. Ahora lo que importa es que la nueva política y los nuevos políticos sean gestionados con una buena comunicación política, tanto desde los partidos, como desde el gobierno.