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Educar en valores

Es un hecho que para difundir los valores tenemos que recurrir a...

5 de noviembre de 2010 Por: Jorge Humberto Cadavid Pbro

Es un hecho que para difundir los valores tenemos que recurrir a los medios que mejor los transmiten y propagan, los cuales son las imágenes ya que ellas tienen mayor fuerza de imitación; lo decía el profeta de la publicidad, del marketing: “Una imagen vale más que mil palabras”. Palabras más, palabras menos, el testimonio de vida es impregnante y más lo es si quien lo hace es una persona de imagen conocida, el caso de los actores, los presentadores, los locutores, quienes se hacen visibles por el mundo de la comunicación, los medios.En el programa de Tv, ‘Protagonistas de Nuestra Tele’, se quejaban algunos de los participantes de que “a Colombia le gustase el comportamiento de los malos”, esto porque habían salvado por un 77% al que ellos en su interior consideran malo, y habían condenado al que, para su parecer, era el bueno. Y aquí es donde se puede hacer la pregunta: ¿Cuáles son los valores que nos rigen, o por qué nos dejamos inducir por ciertos comportamientos y tomamos así nuestras decisiones?Hay que volvernos a preocupar y poner de moda la educación en los valores, y los más interesados y preocupados deben ser los padres, la familia, allí hay un gran momento de la vida para sembrarlos. De la misma manera la escuela debe preocuparse para entregar ciudadanos que respondan a la estructura de Estado o Nación que desea tener, el hombre que quiere formar. Los gobiernos y los grupos sociales se interesan en promover y enseñar esos valores entre sus gentes, sobretodo entre los que comienzan la vida, la formación, niños y adolescentes, sin olvidar el resto de la población.Pero ahora lo que debemos preguntarnos es: ¿Cuáles valores? Porque dependiendo del quién y para quién, como del tiempo, la lista sería inmensa y no serían los mismos los del pasado que los de ahora, por eso necesitamos definir qué es un valor, o sea esa dimensión que descubrimos en algo y que le otorga perfección a quien se acoge a ese algo.Entre la multitud de valores descubrimos que unos son más importantes, más hermosos y más nobles, porque llegan a aspectos centrales del corazón. Las diferencias que existen entre los valores permiten establecer una jerarquía entre los mismos. Hay valores que tienen que ver con el espíritu y otros que miran más al cuerpo. Hay valores que promueven la unión y la armonía entre los hombres, y otros que los vuelven egoístas e inducen a la violencia. Hay valores que sirven para la vida terrena y otros que nos iluminan el futuro y lo que hay más allá de la muerte.Cuando entendemos lo que es un valor, descubrimos que casi siempre está acompañado por un ‘antivalor’ o un ‘desvalor’. Para evitar los errores -y son muchos por la diversa concepción dependiendo de personas, circunstancias y metas a conseguir- cualquier auténtica educación en los valores necesita reflexionar sobre lo que es el hombre y sobre aquellos bienes valiosos que le permiten acometer su existencia humana de modo correcto y bueno; eso lo lograríamos con una buena antropología que nos daría la oportunidad de reconocer la jerarquía de los valores para poner cada cosa en su sitio.Una sociedad que sepa proponer un programa exigente y completo de valores, apoyados y vividos desde una educación para la virtud, permitirá que los niños, adolescentes, jóvenes y adultos maduren cada día en su humanidad, vivan abiertos a los demás, y se preparen en serio a la meta en la que se decide, para siempre, el bien verdadero de cada uno de nosotros: el encuentro eterno con Dios.