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Tres mil millones de likes

Alguna vez, estoy seguro, recordaremos a Santiago como pequeño símbolo de este país. Símbolo de todo lo bueno: la gente pura, solidaria, las manos que se cruzan para ayudar sin otro interés.

10 de mayo de 2020 Por: Jorge E. Rojas

Alguna vez recordaremos que un día, cuando todos tuvimos miedo al mismo tiempo, un niño apareció en la radio buscando a un periodista. En la televisión había visto a un presentador prometiendo doscientos mil pesos para las primeras personas que lo llamaran. Entonces salió corriendo a la escuela donde podía agarrar internet gratis, y lo llamó y lo llamó. Porque ese dinero sería un montón de ayuda para él y su mamá y sus cinco hermanos, creciendo juntos en una vereda de Duitama mientras papá busca trabajo lejos, al otro lado del país. Entonces llamó y llamó. Una y otra vez. Quién sabe, puede que en la carrera se le haya embolatado el número. Porque terminó marcando a un teléfono que a pesar de la insistencia no atendieron.

Pero el destino a veces cruza los cables a propósito. Ese número errado era de Juan Frayle, otro periodista, solo que de Caracol Radio, que después de 30 llamadas pérdidas empezó a escuchar los audios que el remitente desconocido también le dejó en el teléfono. Todos recados para el presentador de televisión: “Es que tú en el programa diste el número y lo repetiste…”, decía el niño, frustrado en uno de los mensajes.
Conmovido, Frayle se comunicó de vuelta, le compartió la historia a sus compañeros de la emisora y llamaron al niño. Sucedió este viernes en la franja 6AM Hoy por Hoy.

Rondaban tal vez las nueve cuando comenzaron a charlar con él, que contó de toda la ilusión que sintió al llamar, y de toda la decepción que también tuvo cuando al fin entendió que se había equivocado. Sin embargo fue en ese momento cuando la vida se sintonizó distinta: uno a uno, los periodistas del 6AM le fueron haciendo saber que la ayuda que no había podido conseguir para su familia, ellos se la iban a dar. Gustavo Gómez, el director, le iba enumerando emocionado los nombres de los compañeros que se sumaban a la causa: César Augusto pone doscientos mil, Darcy otros doscientos, Mabel, Gabriel también, decía. Y así mencionó a casi todos. Y así también le contó de otras personas que escribieron para decirle que también tenían otros doscientos para ayudar. Y así también llamaron a obsequiarle un televisor. El niño, mientras tanto, nervioso, incrédulo, impresionado, estremecido, lloraba feliz. “A esta hora, la noticia es que los colombianos tienen buen corazón”, anunció en algún momento Gustavo. Habría sido hermoso que sonara la cortinilla del extra.

Porque justo por estos días, cuando el periodismo parece resultar una antigüedad costosa y casi inútil, el ejercicio de la premisa más elemental del oficio lo traía de nuevo a valor presente: voz para los que no tienen voz. De eso se trata. De eso se ha tratado desde el principio de los tiempos. Y de eso se seguirá tratando en este país donde el campo sigue quedando tan lejos. Donde internet sigue quedando tan lejos. Donde el Estado siempre ha permanecido tan lejos. El niño se llama Santiago Carmona. Debe estar entre los ocho y los diez años, y este sábado, en la página de Caracol Radio, podía verse en un video de once segundos en el que bajo un suéter de capucha naranja, agradeció a la gente. “Mucha salud a las personas que me colaboraron… Amén”, cerró diciendo al final, con sus manos unidas frente al pecho.

Alguna vez, estoy seguro, recordaremos a Santiago como pequeño símbolo de este país. Símbolo de todo lo bueno: la gente pura, solidaria, las manos que se cruzan para ayudar sin otro interés. Y símbolo de lo demás: la tierra del olvido. Esta semana que termina. La noticia de un presidente que necesita tres mil millones de pesos para que le den likes.