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Qué esperar de La Habana

Se puede llegar a un acuerdo para que las Farc abandonen la...

5 de enero de 2015 Por: Gustavo Moreno Montalvo

Se puede llegar a un acuerdo para que las Farc abandonen la guerra de la coca. El resultado: saldría de la cadena de valor del narcotráfico el más organizado y quizá el menos sanguinario de los grupos enemigos, que hoy administra justicia en más de 200 municipios y un tercio del territorio nacional. Se acabaría un conflicto de medio siglo que comenzó como enfrentamiento político inconciliable. Ejército y Policía tendrían la tarea de hacer efectivo el monopolio del poder coercitivo en toda esa área adicional. Detrás vendrían servicios de justicia, salud y educación, y la construcción de infraestructura. Así se integraría el territorio de las Farc al país. Sería toda una epopeya. Lograr el resultado necesario exigiría mucho dinero, en medio de crisis fiscal, pero valdría la pena si todo se hace bien.El acuerdo estaría sujeto a referendo: en teoría, entre más generoso sea el gobierno, menor probabilidad habrá de lograr aprobación de los votantes. Se espera al menos reparación a víctimas y alguna sanción, así sea blanda, para los jefes. El mejor desenlace para el país sería consecuencia de la solución más práctica: insertar en el ejército de los siete mil efectivos de la base guerrillera. Esta posibilidad, sin embargo, no es factible porque las fuerzas armadas la rechazan. Es muy improbable que los guerrilleros cultiven vocación de campesinos en pequeñas parcelas, cuando el negocio del narcotráfico genera ingresos mucho mayores con mucho esfuerzo. Sería más natural, dado que el ejército los rechaza, su vinculación a bandas criminales, sobre todo si la ocupación de los espacios por el Estado no es inmediata y contundente.No se entiende por qué un ejército numeroso, con pretensiones de ser de los mejores del mundo, no ha podido avasallar a un enemigo debilitado, impopular y fracturado, ni es fácil anticipar la respuesta de los dirigentes mafiosos rusos y mexicanos ante la perspectiva de perder espacios de gran importancia para su negocio. En el corazón de los problemas de violencia que azotan a Colombia está la prohibición al consumo de estupefacientes en los países desarrollados. La receta clásica: contratar reconocidos intelectuales americanos de centro derecha para evaluar desde diversas disciplinas el impacto de la prohibición en su país y en México, Colombia y Honduras. Las conclusiones serían contundentes: no hay proporción entre el daño inmenso que se crea a las instituciones públicas de todos los países involucrados y el presunto beneficio de una supuesta mitigación del consumo por cuenta de la prohibición. Hay otras formas de enfrentar los malos hábitos. La principal: mejor educación, en todo caso necesaria. Ya los EE.UU. sufrieron serios perjuicios por prohibir el alcohol en los años veinte. ¿Por qué repetir errores a expensas de sus instituciones y, sobre todo, de las nuestras?